Por Engels Contreras
El presidente de la República repetidamente expresa que la mejor política exterior es la interior. No se ha demostrado fehacientemente que esto sea cierto, pero tampoco lo contrario. Lo que sí es cierto es que México está tomando un papel controversial y protagónico en la forma en que conduce y articula su política exterior.
Y es que en días pasados se llevó a cabo en México la Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, por sus siglas CELAC. Este organismo regional lo integran 33 países de América Latina y el Caribe, y uno de sus objetivos es gestionar el proceso de integración de la región, su creación fue apenas en el año 2011. La declaración de Caracas es el documento fundacional de este organismo y esta reconoce la convicción de los países parte de reivindicar la declaración de la Cumbre de la Unidad de América Latina y el Caribe que se realizó en México en el año 2010.
La VI Cumbre de Jefas y Jefes de Estado de dicho organismo regional generó críticas y reflexiones a favor y en contra sobre la forma en que se desarrolló y sobre los resultados que se obtuvieron. Uno de los momentos más controversiales fue la presencia de Nicolás Maduro y Diaz-Canel presidentes de Venezuela y Cuba respectivamente. Fue evidente que a muchas y muchos no gustó la presencia de estos jefes de Estado, pues a su parecer genera una tensión innecesaria con nuestro vecino país del norte, además de que desde su óptica indirectamente legitima regímenes que a los ojos de un sector particular no cuentan con condiciones democráticas.
Otros posicionamientos enfatizaron su inconformidad por el bloqueo económico contra Cuba y el rol que la OEA ha jugado como organismo integrador, pues cuando conviene a sus intereses rechaza y condena el actuar de algunos estados parte y sus dirigentes y cuando no, voltea lo ojos para no mirar. Asimismo, la casi nula participación de mujeres en dicho ejercicio fue un tema que se focalizó en la narrativa posterior a la Cumbre de Estados Latinoamericanos y Caribeños.
Ante lo anterior es evidente el desgaste y crisis de la Organización de Estados Americano (OEA), así como que se pretenda impulsar un mecanismo de integración alterno como la CELAC, que puede representar un espacio neutral y que convoque a la mayoría de los países latinoamericanos y caribeños, cuestión que ha sido complicada para Almagro y la OEA, pues desde el papelón vergonzoso que jugó como actor político a favor del golpe en Bolivia, ha ido en caída su credibilidad y legitimidad.
La CELAC puede llegar a ser el instrumento que permita la interrumpida construcción de la integración Latinoamérica en dos rubros indispensables para la región: la colaboración económica y política. Esta cumbre reitera el llamado a la unidad en la diversidad y el respeto a las diferencias, cuestión que desde hace un tiempo la OEA ha sido incapaz de gestionar, por lo que la credibilidad de su Secretario General ha ido en detrimento.
Habrá que esperar las recciones y el posicionamiento tácito y expreso de Almagro y del aparato político que se ha construido alrededor de él, pues guste o no, la asistencia de 31 Estados a la Cumbre de la CELAC en México representa un gran avance y fortalece la figura del presidente de la República a nivel regional y global, y también aumenta su capacidad y poder de negociación.
Como ingrediente final la Cumbre cerró con un mensaje del presidente chino Xi Jinping, que deja al imaginario personal y colectivo mucho por pensar, tal vez y solo tal vez el mensaje político de la Cumbre no tiene que ver con en el tema de la OEA a la CELAC, sino con el de la Casa Blanca al Zhongnanhai.
