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Gobierno de coalición | Hugo Gama

En México desde la aparición del Frente Democrático Nacional encabezado por Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, los Presidentes de la República no han sido electos por la mayoría de los mexicanos, sino por una de las varias minorías que a su vez se convierte en una “mayoria”, ello derivado de la baja participación y votación de los mexicanos que no llega al 60%, sobre ese porcentaje, ningún candidato logra conquistar a la mitad de ellos; además, debemos mencionar las trampas electorales, que sumadas al porcentaje de votación que obtiene el candidato triunfante, ocasiona baja legitimidad en el ejercicio del poder.
En este escenario, la oposición se divide y se convierten en minorías de las minorías, con ella dejan de jugar el papel que debe tener la oposición como ente garante del equilibrio en el ejercicio del poder, con un alto riesgo de convertirse en aliado de la minoría en el poder.
La minoría gobernante, la baja legitimidad, las oposiciones mermadas y presidencialismo se han convertido en una carga para el cumplimiento del fin del estado y para el correcto ejercicio del poder, por ende del desarrollo.
Los gobiernos de coalición, son un modelo plural que se ha puesto en práctica y se ha regulado principalmente en Europa (Alemania es el mejor ejemplo), ello no sólo como una estrategia electoral, sino que su objeto es el poder lograr en primera instancia un gobierno electo por una verdadera mayoría, lo cual genera legitimidad suficiente para el ejercicio del poder.
Asimismo, el gobierno de coalición permite que el programa y la planeación gubernamental atienda los interés, planteamientos e ideologías diversas, teniendo la oportunidad de establecer un gobierno plural, lo que permite equilibrios en el ejercicio del gobierno y del poder, más aún porqué la coalición no se queda en el Ejecutivo, sino que alcanza el Legislativo (fortalece el parlamentarismo), generando en sí mismo una oposición interna y una voz capaz de alterar decisiones. Los controles internos se fortalecen con los controles legales y la opinión de la oposición externa, lo que tiene como consecuencia mayor eficiencia gubernamental y mejor ejercicio del poder.
México debería experimentar un gobierno de coalición, el modelo presidencialista y la centralización del poder en un solo sujeto ya no es la vía, esa manera de hacer gobierno ya no se ajusta a la realidad social, política y económica, sin embargo, el eterno partido hegemónico y las visiones de culto a figuras redentoras luchan para mantener el modelo que hasta ahora tenemos.

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