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El “dedazo” del meñique | Antonio Aguilera

En el PRI puede cambiar todo, el color (antes se resaltaba el verde y en la última década se inclinaron por el rojo), las generaciones de políticos (el nuevo PRI de Peña Nieto, los Duarte, los Yarrignton, los Borge), los estatutos, etc, pero jamás cambiarán la cultura interna y el estilo político de conducirse.
Los viejos alquimistas priístas, con Jesús Reyes Heroles a la cabeza (Don Jesús, así le nombran cuando le queman incienso), idearon una serie de rituales que se siguen cumpliéndose a piejuntillas en el viejo partido revolucionario: la cargada y el besamanos: una vez que se sabía hacia dónde se orientaba la voluntad del Presidente y quién sería el candidato, las disensiones eran prácticamente inexistentes y la disciplina partidaria se imponía mediante el inmediato besamanos y las manifestaciones de solidaridad hacia el ungido.
Pero una de esas práticas, resume la máxima expresión del poder cupular del priísmo: el dedazo presidencial. El famoso dedazo presidencial que tiene la marca indeleble del viejo esquema de mando del priísmo. Seguramente este método totalmente antidemocrático y que denota la existencia de un régimen político prácticamente de dictadura, es bastante más antiguo y su existencia deviene de mucho tiempo atrás.
Con este método de selección no existen inconformidades, pues es el dedo de un personaje superior el que designa candidatos y ante el cual, dada su condición de inferioridad y de falta de fuerza política, nadie se atreve a desafiar ni osa dejar de acatar.
Es, en pocas palabras, el método perfecto de una dictadura y como el PRI es en sí una dictadura, el método le viene a la perfección y se acopla maravillosamente sin las quejas de nadie. Obviamente el “sistemita” es totalmente opuesto a la democracia y por el contrario, tiene una afinidad extraordinaria con la dictadura.
Sin embargo, en los tiempos que corren, con la restauración del viejo partido en el poder, las viejas prácticas ya no denotan disciplina férrea. La extrema debilidad de la figura de Enrique Peña Nieto, su alto nivel de rechazo popular, las recientes derrotas electorales del 2015 a la fecha, la ausencia de un proceso democrático interno, están ocasionando una expresión de inconformidad de un buen número de priistas que amenaza con convertirse en una división interna entre tecnócratas y políticos tradicionales de alcances tan profundos como la de 1988.
El viejo dedazo, el que definirá al próximo candidato presidencial del PRI, está ahora en manos del meñique del poder, el dedo más chiquito de la mano presidencial, quien ya abiertamente optó por el entregarle las riendas a un tecnócrata, de clara simpatía panista, como es José Antonio Meade, actual secretario de Hacienda.
En esta designación, quedan fuera de tajo muchos sectores populares del PRI, como la CNOP, la CNC, y la CTM, quienes se convertían en los grandes legitimadores de la decisión presidencial y eran los protagonistas de la cargada.
Ahora, con la irrupción de los Golden boys, e los prillenials según la acepción de la nueva tecnocracia (y cleptocracia) priísta, la estafeta se pasa en una zona de confort.
Sin embargo, a pesar de que el dedazo se imponga, la militancia priísta se siente más libre para inclinar su apoyo por otras opciones, sean o no priístas.
Por lo pronto, hay dos comisiones que serán clave en la definición de candidatos del PRI para 2018. La Comisión Nacional para la Postulación de Candidatos y la Nacional de Procesos Internos. Arturo Zamora, líder de la CNOP, encabeza la lista de los cuatro jaliscienses en estas comisiones, donde se resolverán 500 candidaturas a diputaciones federales, 128 aspirantes al Senado y el candidato presidencial.
 
Los nombramientos, definidos en la Comisión Política Permanente, confirman que Zamora y sus afines siguen siendo quienes más peso tienen en decisiones de partido a nivel nacional. La historia da un giro: la CNOP dejará de aportar los votos “duros” en los comicios y ahora tendrá don de mando para la elección de candidatos.
Habrá que ver si el sector popular opta por plegarse a los dictados y la vieja disciplina entorno a un presidente débil y políticamente pequeño, o de plano al fin deciden sacar la cabeza del pozo y respirar otros aires políticos. Habrá que ver.
@gaaelico

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