Héctor Tapia
Que todavía no empiece el 2022 no significa que no se tenga que ir previendo lo que serán los siguientes años, y en esta ruta, Alfredo Ramírez Bedolla, gobernador del estado, tendrá que estar enfocado.
El siguiente año tiene que meter acelerador para hacer más eficiente el obeso aparato de gobierno, pero también hacer más eficiente le recaudación propia del estado, para prevenir los escenarios catastróficos, en materia financiera, que se registran cada cierre de año.
El gobernador tiene que acelerar el paso para sacar el mayor provecho posible de la relación que presume con el presidente Andrés Manuel López Obrador, porque en el terreno de los hechos sólo le quedan dos años de gobierno efectivo, ya que la parte final, en el 2024, la expectación está ya puesta en el relevo presidencial.
Pero regresando, en apariencia el 2022 “está salvado” con el respiro que dará a las finanzas estatales el reemplacamiento que le fue concedido a la actual administración por parte del Congreso del Estado; sin embargo, y no hay que perder de vista esto, es una medida recaudatoria que no se puede aplicar de manera anual, por tanto para 2023 el gobierno de Ramírez Bedolla no podrá recurrir a esta medida para tener más recursos.
Adicional a ello, hasta ahora se prevé que para 2022 el gobierno de Michoacán destine 2 mil 731 millones 647 mil 897 pesos para el pago del servicio de la deuda y otras obligaciones financieras; sin embargo, aspectos ajenos a las mismas previsiones del estado podrían llevar al incremento de las tasas de interés, lo que llevaría a que aumentara en consecuencia el pago del servicio de la deuda, y por ende, jalar recursos de lo que se tenía previsto para una cosa, para llevarlo a la atención de la deuda pública.
Por ello la insistencia de que el siguiente año será fundamental para el Alfredo Ramírez y su gobierno, y en función de las determinaciones que tome en materia financiera, austeridad, ahorro, y relación con la federación, se podrá garantizar la estabilidad de los años venideros para su administración.
El 2022 y el 2023 serán dos años donde Ramírez Bedolla tendrá que apretar el paso para alimentar la buena relación con el presidente López Obrador, relación que se rompió con Silvano Aureoles Conejo, y que ahora se recompuso.
El 2022 será fundamental tratar de formalizar la concreción de la llamada federalización de la nómina, a partir de los procedimientos de diagnóstico que se elaboran, para que por fin se pueda contemplar este aspecto en la discusión del Paquete Económico 2023, el cual permitiría un descanso o respiro al estado de los recursos que destina la administración estatal para este fin y que en consecuencia pudiera destinarse recursos propios a otros rubros igual de importantes para el desarrollo de la entidad.
Adicional a todo esto se tienen una serie de retos importantes; uno de ellos es ver cómo incrementar la recaudación, más si hay una negativa permanente de no aplicar más impuestos y no incrementar los existentes.
En esta ruta, la salida para incrementar la recaudación es mejorar los procesos recaudatorios que tiene la administración estatal; con ello tapar las fugas de recursos que se dan con los actuales procedimientos, dinámicas que a su vez generan actos de corrupción en el área de finanzas del estado.
También tendrá que implementar o afianzar medidas de austeridad y ahorro; esto sin sacrificar la adecuada operatividad de las dependencias.
Insisto, el 2022 será el año de Ramírez Bedolla, veremos si lo logra aprovechar.