(Parte 3)
José Irán Moreno Santos
Quiero dejar en ustedes, estimados lectores, la urgente necesidad de que la política exterior no sólo de México, sino de varios países de nuestra región, deben democratizarse.
Se hace necesario revisar quién define la política exterior, de qué manera se diseña y cómo se ejecuta, ya que en muchos de nuestros países la política exterior las define sólo el Poder Ejecutivo federal y están variante en función del gobierno en turno y eso no puede seguir sucediendo.
Revisemos la posibilidad de impulsar reformas en nuestro marco legal a fin de que esta política recoja la participación de los sectores productivos nacionales, las organizaciones de la sociedad civil, los partidos políticos, los sectores culturales académicos y los movimientos sociales.
La intención es que las relaciones de nuestros países tengan claros objetivos de que buscar en otras naciones, en qué cooperar, qué intercambiar y cómo profundizar democráticamente esta política.
Observamos que nuestra región tiene un déficit de democracia y que, por lo tanto, se hacía necesario preocuparse por la estabilidad y la gobernabilidad de esos países y, por lo tanto, de la región. Observamos de igual manera que no tenemos mecanismos que nos permita caminar juntos en términos de equidad e igualdad económica, salarios totalmente diferentes, servicios sociales, como educación, salud, vivienda, seguridad social totalmente diferentes y que, por lo tanto, era importante y relevante poner énfasis en tal vez homogeneizar nuestras legislaciones, promover necesariamente el empleo en los países, pero también en la región y hacer de la región un espacio de oportunidades para el ciudadano regional.
Todos estos temas consideramos importante en aquel momento y hoy estoy convencido de que requieren la participación de los actores sociales políticos y económicos de nuestros países y no solamente de la élite gobernante y empresarial.
Es importante que dentro de la participación ciudadana, que es también una participación política, apostemos por la solución de los problemas nacionales a partir de la cooperación internacional, de la integración regional, de la movilidad social del desarrollo colectivo y la disminución de las asimetrías entre nuestros países.
Revisemos cómo se define la política exterior de nuestros países, hagamos propuestas de apertura, apostemos por la integración y la solución colectiva de nuestros problemas que si bien siempre vamos a estar expuestos a nuevos desafíos, seguro iremos reduciendo las desigualdades que tenemos en nuestra región y en el mundo. Esa es la invitación, pensemos en transformar este ámbito de la política de nuestros estados y no dejemos que sólo un puñado de funcionarios de gobierno y empresarios tomen las decisiones internacionales por el conjunto de nuestras sociedades.
Se hace necesario construir políticas de Estado que por lo menos tengan un planteamiento de 10, 15 o 20 años, y esto sólo se hace con el concurso de todos los actores sociales políticos económicos y el gobierno.