Por David Daniel Romero Robles
Hoy, el principal reto es estructural, es decir, desde que se asume políticamente un lenguaje contrasistémico frente a las políticas públicas de régimen neoliberal que fue vigente por distintas décadas. Nuestra Nación definió un rumbo distinto con la elección del presidente Andrés Manuel López Obrador, además de las distintas gobernaturas que se asumen desde la línea ideológica del partido político que cuenta con la hegemonía. Poco se ha discutido y reflexionado en el ejercicio de la función pública; si bien es cierto que los actores han cambiado, no así la estructura orgánica y operativa del sistema neoliberal tecnócrata.
Es importante señalar que nuestro sistema de gobierno es una adopción constante en el devenir histórico por las distintas influencias anglosajonas, pensadores como Montesquieu con su aportación en la división de poderes en legislativo, ejecutivo y judicial, o el planteamiento político de Max Weber sobre el ejercicio del control sobre las bases del conocimiento y el monopolio de la violencia del Estado. Tomas Hobbes en la fundamentación del pacto social para la consolidación del Estado mediante el adoctrinamiento y como su instrumento la educación. Hegel en su modelo dialéctico establece las condiciones históricas como un proceso de aprendizaje pero idealizadas en la construcción del Estado donde se puede alcanzar la libertad de la humanidad. Carlos Marx, o incluso Trotski como discípulo ideológico en la formulación del materialismo histórico, cuestionan la perspectiva positivista y cuestionan la función de Estado clasista y desigual, la propuesta de trasformación social se formula en la distribución de la riqueza mediante el control de los medios de producción, pero el Estado sigue presente.
En la razón de la clase política actual y bajo las premisas teóricas anteriores mismas que asumimos como propias y que forman parte en algunos casos de las recomendaciones de los organismos internaciones financieros e ideológicos tal es el caso del Fondo Monetario Internacional, Banco Mundial, las Naciones Unidas, dichas recomendaciones se han asumido tanto en el poder legislativo, ejecutivo y judicial, lo cierto es que actualmente estas estructuras que se asumen como las más eficientes y eficaces para atender las necesidades de la población, no cumplen con su cometido.
Las formulas establecidas en la integración de la función pública vertical de un Plan Nacional de Desarrollo, un Plan Operativo Anula, los Programas Operativos y la subordinación a los indicadores propuestos por los organismos internacionales para lograr las metas operativas, aunado a lo anterior la designación de un Presupuesto Basado en Resultados, desarticula la función pública de las necesidades reales de las poblaciones bajo la premisa de que el conocimiento único y verdadero es el occidental. Desestructurar dicho pensamiento no es sencillo, tendríamos que iniciar aceptando que somos un pueblo pluricultural tan diversos en concepciones de la realidad. Desde nuestros pueblos también se piensa, se siente, se construyen alternativas, nuestro pueblo se está cansando de escuchar verdades mesiánicas hay que deconstruir para vivir armónicamente un mundo donde quepan muchos mundos.