Por Mario Ensástiga Santiago
La configuración política, funcionamiento y resultados a la vista del actual Congreso del estado de Michoacán, es un claro ejemplo de la crisis, decadencia y perversión de nuestra clase política local, a decir verdad, lo mismo sucede a nivel nacional. Sin duda, esta situación es parte de un largo e intenso proceso que viene desde hace décadas sin que se vea para cuando toque fondo; la 75 Legislatura de Michoacán se ha destacado afanosamente por abonar a este deterioro ideológico y político de la función pública legislativa.
Algunos temas que han llamado la atención de la opinión pública, por las implicaciones y secuelas confirman las pobrezas ideológicas y políticas que impiden buenas prácticas legislativas, por ejemplo, la aprobación de la cuenta pública 2020 del gobierno de Silvano Aureoles Conejo que ha abierto una vez más las puertas y ventanas a la impunidad y burla de la sociedad; la reprobable actitud de la Auditoria Superior de Michoacán dependiente del Congreso local de dar carpetazo a 500 expedientes de investigación de posibles actos de corrupción; la candidatura plurinominal del Diputado local de Morena, Fidel Calderón Torreblanca supuestamente obtenida a través de la cuota de acción afirmativa reservada a la comunidad LGBTyQ+; y la compra de un software para el Congreso, a sobreprecio, sin licitación y al margen del conocimiento del Comité de Administración y Control del Congreso.
Pero sin duda, la cuestión más notable y preocupante es el relacionado al polémico tema de la despenalización del aborto en Michoacán, que ha generado una amplia y justificada indignación no sólo de las feministas, sino también de un amplio sector silencioso de hombres y mujeres de mentalidad progresista que reconocen y reivindican tan sustantivo derecho de las mujeres, el intento de volver a proponer la discusión del tema con la intención de cancelar el derecho de la mujeres a decidir sobre su cuerpo y maternidad, es verdaderamente un hecho vergonzoso.
La actuación del Diputado Baltazar Gaona García del PT no puede ser más que la de un legislador de perfil sociopolítico de la más rancia extrema derecha, totalmente anacrónico con a los nuevos tiempos de apertura e ideales de una sociedad abierta, progresista, incluyente, sin discursos racistas, de odio y ajena a las taras patriarcales, misóginas y carentes de un conocimiento científico y de las más altas aspiraciones civilizatorias de una sociedad a la altura del siglo XXI.
Las propuestas de dicho legislador de reformas a la ley de desarrollo social del estado no sólo denotan una visión reaccionaria sino también ignorancia de la resolución de la Suprema Corte de Justicia federal, vinculada a todos los estados del pacto federal en función de las condiciones de cada entidad.
Las reacciones del movimiento de mujeres a través de las expresiones organizativas de las “colectivas” en contra de dicha reforma en cuestión, no podrían ser de otra manera, la justificada rabia e indignación tenían que manifestarse a través de la movilización, arma de lucha inmediata y al alcance del movimiento popular para manifestarse, sin embargo, el problema central del movimiento feminista sigue siendo la falta de unidad y coordinación, lamentablemente es la misma situación de celos, competencias y diferencias de estrategias de lucha, tal como se dio entre las “históricas”, ahora con las emergentes y nóveles de la lucha feminista a pesar de las novedosas y atractivas acciones del cacerolazo, sentón y calzonazos.
Sin lugar a dudas la lucha feminista tendría mayores posibilidades de éxito si ese gran torrente de energía y creatividad de nuestros días, cerraran filas en contra de los diputados, diputadas y partidos políticos permisivos, complacientes y detención de la rueda de la historia, no entiendo por que el PT que se dice ser de izquierda permite que el Diputado Baltazar Gaona haga lo que le venga en gana.
Sin embargo, confío en que la propuesta del Diputado Gaona no avance, a condición de que las colectivas se pongan las pilas para que abogadas comprometidas con la causa feminista, retomen el acuerdo de la Suprema Corte de Justicia y argumenten sólidamente la inconstitucionalidad de la propuesta de reforma, la lucha debe darse en las calles, pero no sólo con gritos y cacerolazos, sino también inteligentemente en la arena jurídica.
Durante los últimos años se han impulsado iniciativas en el Congreso local para criminalizar a las mujeres que por diversas razones deciden no tener hijos o hijas, propuestas que van en contra de la libertad individual de decidir sobre la sexualidad y reproducción de cada quien, tema central de la izquierda moderna, democrática y de la agenda política más avanzada de las mujeres; quienes piensan y actúan en sentido contrario son en definitiva un serio obstáculo para alcanzar mejores estadios humanitarios y civilizatorios de nuestra sociedad.
No puede ser que quieran obligar a mujeres, niñas y adolescentes, que por falta de conciencia e información se vean obligadas a ser madres, en lugar de criminalizar la decisión de abortar, debieran estar en contra de las personas e instituciones que por su atraso social y cultural quieran seguir imponiendo valores y paradigmas de las familias tradicionales; argumentar que el movimiento feminista es violento y desintegrador del tejido social y de querer imponer una ideología y nuevo paradigma familiar, no deja de ser el delirio de la extrema derecha, reaccionaria y retardataria, que se aferra irracionalmente a modelos y valores anquilosados del desarrollo y evolución de la sociedad, es en definitiva permanecer en las catacumbas sociales y culturales.
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