Los estragos de la II Guerra Mundial pueden observarse aún en los lugares más insospechados. Por ejemplo, en el extraño comportamiento de pinos y abedules en Noruega, justo en los lugares por donde pasó el acorazado Tirpitz. El buque, uno de los mayores de la Armada nazi, patrullaba el territorio escandinavo que ocupaban los alemanes desde 1940 para impedir un contragolpe aliado.