China se había jactado de su éxito en controlar la epidemia por COVID-19 tras imponer el primer confinamiento del mundo a principios de 2020, sin embargo, un nuevo brote este mes de la variante Delta ha puesto a las autoridades otra vez en alerta.
“Con esta entrega la farmacéutica cumple el contrato por 20 millones de dosis comprometidas con el Gobierno federal”, dijo este miércoles la vicecanciller Martha Delgado.
En un mundo tan interconectado como el que vivimos, es estadísticamente probable que el primer brote de SARS-CoV-2 haya surgido en otro lugar del mundo y llegado a Wuhan en una o varias personas.
La subsecretaria de Estado, Wendy Sherman, llegó a China el domingo, pero fue recibida con un duro mensaje desde Pekín, en el que urgen “a Estados Unidos a cambiar su mentalidad equivocada y su política peligrosa”.
China combate la teoría de que el COVID-19 se originó en uno de sus laboratorios, en especial, el Instituto de Virología de Wuhan. Por otro lado, las autoridades y medios de comunicación chinos acusan regularmente al laboratorio de Fort Detrick, en Estados Unidos, como fuente del virus.
Debido a las inundaciones, cerca de 200 mil personas fueron evacuadas en Zhengzhou, una ciudad con 10 millones de habitantes, situada a 700 kilómetros al sur de Pekín. La situación es “extremadamente grave”, dijo el presidente chino, Xi Jinping.
El proyecto de ley aprobado por el Senado busca prohibir la importación de productos de Xinjiang, China, ya que considera que hay abusos en contra de la comunidad musulmana uigur.
La Organización Mundial de la Salud celebró esta noticia. El país asiático se colocó como el territorio número 40 en el mundo en erradicar esta enfermedad, de la cual no ha registrado ningún caso en los últimos cuatro años.
Una camarera de 21 años se contagió de la variante Delta en un restaurante del aeropuerto, dando positivo durante una prueba rutinaria a los empleados, según las autoridades sanitarias locales.