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El sucidio en México, síntoma de anomia social

Desde 1897 el sociólogo Émile Durkheim abordó el fenómeno del suicidio como un hecho social, y no un hecho aislado o una decisión individual. En sus análisis, demostraba que un acto personal como el suicidio se ve influido por el mundo social. Es decir, aunque los seres humanos se vean a sí mismos como individuos que actúan por su propia voluntad y elección, con frecuencia es la sociedad la que conforma sus comportamientos.
En una revisión de cifras de suicidios en Francia, dio cuenta de que ciertos tipos de personas eran más proclives a suicidarse que otras. Percibió que los índices de suicidio solían ser menores en tiempos de guerra, y aumentaban en las épocas de cambio e inestabilidad económica. Dichos hallazgos lo llevaron a conclusión de que hay fuerzas sociales fuera del individuo, que influyen en el número de suicidios, y de que es menos probable que se quiten la vida personas que están muy integradas en grupos sociales, cuyos deseos y aspiraciones se hallaban regulados por normas sociales.
Aunque hoy en día existen posturas que contradicen estos supuestos, lo cierto es que nos permiten explicar el alarmante incremento del número de suicidios que acontecen en el mundo. Información de la Organización Mundial de la Salud refieren que cerca de 800 mil personas se suicidan cada año -uno cada 40 segundos-, convirtiéndose en la segunda causa de muerte entre personas de 15 a 29 años. Un dato relevante es que el 78% de todos los casos se produce en países de ingresos bajos y medianos.
Al igual que en los niveles mundiales, los suicidios en nuestros país presentan una tendencia creciente. Entre el año 2000 y 2014, la tasa de suicidios aumentó de 3.5 a 5.2 por cada 100 mil habitantes. Es preocupante que la tasa de suicidio de los jóvenes es más alta que la de la población general. De las 6 mil 337 personas que se quitaron la vida, 2 mil 493 tenían entre 15 y 29 años (49 por ciento).
Hay entidades federativas donde las tasas de suicidio son incluso más altas que las de los homicidios. Campeche (10.2), Aguascalientes (8.6), Chihuahua (8.4) y Yucatán (8.4) son las que presentan mayor tasa. En tanto que Oaxaca (3.4), Morelos (2.8) y Guerrero (2.1) presentan las más bajas.
La anomia social que define la psicología y la sociología como un “…estado que surge cuando las reglas sociales se han degradado o directamente se han eliminado, y ya no son respetadas por los integrantes de una comunidad…” es uno de los síntomas que lamentablemente se comienza a manifestar en la sociedad mexicana.
La violencia, la inseguridad, la subcultura del culto al narco, la desigualdad y la pobreza son factores que han debilitado el tejido social, afectando principalmente a la juventud. Por ello, es urgente que se fortalezcan las políticas que promuevan la salud mental.
Es prioritario que se aumente el presupuesto a programas que atiendan las discapacidades mentales, el suicidio y la depresión. Debemos cambiar el predominio del modelo biomédico para asociar la salud mental con factores sociales, económicos, culturales y políticos, con los procesos biológicos innatos o adquiridos. Estamos en muy buen tiempo de erradicar el fenómeno del suicidio, de promover la salud mental y de frenar los procesos de anomia social. Siempre será fundamental aprender de la experiencia internacional, de la historia clínica mundial y de los teóricos clásicos para entender y atender nuestros problemas locales.




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