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Los damnificados políticos del sismo | Antonio Aguilera

El terremoto de 1985 colapsó también uno de los mitos más geniales de la historia política contemporánea de nuestro país: que el PRI era invencible.
La respuesta inmediata de los ciudadanos, la mala gestión de la crisis que hizo el gobierno de Miguel de la Madrid, la monstruosa indiferencia –tal como ahora- de la clase política de aquellos tiempo ante el sufrimiento de la población, y la indiferencia del PRI a la hora de solidarizarse con los damnificados y las víctimas del sismo, abrieron un boquete en el aparatoso régimen burocrático y permitieron el surgimiento de dos actores que vendrían a configurar la transformación social del México de hace 30 años: el nacimiento de la sociedad civil organizada y el surgimiento de la oposición política real –el PAN no lo era entonces-.
A pesar del malestar social, al partido burocrático todavía le alcanzó otros 10 años para mantenerse pegado al poder, sin embargo el cambio era irreversible, y a la mitad de la década de los 90 se advino la ansiada transición, primero en la Ciudad de México y después en el Gobierno de la República.
El sismo de 1985 representó un parto doloroso y trágico para un nuevo país.
Ahora, 32 años después se repiten con exactitud macabra los tiempos y los escenarios. Otra vez un 19 de septiembre, otra vez una sociedad pro activa que se desplegó con mayor fuerza, exactitud y organización que las autoridades; otra vez una clase política indolente, y ahora con un nuevo rostro rapaz, que buscó lucrar con la tragedia, como fue el caso del agandalle de los apoyos por parte de Graco Ramírez en Morelos; otra vez la estela de la corrupción que se impuso en la especulación urbana en una ciudad que hoy permite edificar hasta 67 pisos y vender en millones de pesos en zonas que antes fueron barrios tradicionales.
Por eso, a semejanza del 85, un nuevo México está a punto de parir, pero aún resulta imposible qué tipo de creatura se nos viene.
Por lo pronto, el sismo de 7.1 grados también cimbró las estructuras, colapsó los proyectos e hizo escombros las aspiraciones políticas de muchos suspirantes presidenciales.
Sin duda, los más afectados son dos: el gobierno de Enrique Peña Nieto y el proyecto presidencial de su partido, el PRI, ya que si bien, el régimen peñista respondió con mayor certidumbre que en su tiempo no lo hiciera Miguel de la Madrid, la tragedia fue utilizada como un set, como una pasarela de los presidenciables del PRI, para llenar de oropel, de frivolidad y de expresiones superfluas la entrega de apoyos a los damnificados. Asimismo, pesa la sospecha de que el culebrón de “Frida Sofía”, la inexistente niña de la escuela Enrique Rébsamen, fue un guion que se planeó en Los Pinos.
El otro gran damnificado es Miguel Ángel Mancera, un gobernante que mostró su nivel grisáceo a la hora de atender a sus gobernados, con algunas apariciones esporádicas, pero sin hacer presencia en ningún momento en las delegaciones más afectadas de su ciudad. Prácticamente desapareció del mapa.
Pero también se ven manchados por su soberbia e indiferencia los 500 diputados y los 128 senadores de la República, quienes optaron por resguardarse en sus zonas de comfort, o de plano algunos intentaron medrar con la tragedia. Otros de plano, nos enseñaron que viven en otro mundo, como fue el caso de algunos senadores del PRI, encabezados por el senador Félix González Canto, que brindaban y comían en un restaurante de Polanco un día después del sismo.
También los partidos políticos se vieron forzados por la presión ciudadana a reaccionar, y tuvieron que renunciar al financiamiento público para sus campañas en el 2018. El jaloneo empezó tras el anunció de Andrés Manuel López Obrador de entregar 40 millones de pesos, después el PRI subió la cifra a más de 200 millones y el Frente Opositor la fijó en el 100%, al final todos dijeron que solicitarán al INE que les retire el financiamiento público.
Otro caso que será el siguiente terremoto político, es la corrupción en la que se han visto inmersas las últimas tres administraciones perredistas: la historia del desarrollo urbano impulsado desde el Gobierno en la capital del país puede resumirse en una ciudad convertida en mapa electoral, más que en la construcción de una megalópolis con vivienda para todos. Andrés Manuel López Obrador, Marcelo Ebrard y ahora Miguel Ángel Mancera emitieron modificaciones, leyes y permisos que fomentó el boom inmobiliario en una ciudad ya de por si saturada, hacinada y con graves problemas de servicios.
Por si fuera poco, por estos días, dos funcionarios cercanos a Miguel Ángel Mancera y clave en temas de vivienda, urbanización y desarrollo de la Ciudad de México vendieron un edificio de departamentos construido hace apenas cuatro años y que ahora está desalojado por  riesgo de colapso debido a los daños severos que presenta tras el sismo del pasado 19 de septiembre.
El sismo del pasado martes 19 de septiembre abrió boquetes en todos los partidos políticos, en todos los proyectos de quienes aspiran a la presidencia, y la ciudadanía está tomando nota de ello, y se las cobrará muy caro en julio del 2018, o por lo menos esperamos que así sea.
 
@gaaelico

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