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El 2018 que viene | Rogelio Sosa Pulido

En todo fin de año se llenan los medios de comunicación y los corrillos de la vida cotidiana con las especulaciones sobre el rumbo del país, pero más cuando se trata de un año de elecciones para cambiar al Presidente de la República.
Hoy, millones de mexicanos y mexicanas se dedican al deporte de los rumores y la especulación sobre quienes serán designados en las candidaturas a los puestos de elección popular y pocos se detienen a reflexionar a fondo sobre el rumbo que tomará el país, eso se lo dejan a los analistas y centros especializados. De hecho, en las candidaturas presidenciales los compromisos y el Programa pasan a segundo plano. Por eso, cuando llegó a Los Pinos Enrique Peña Nieto la mayoría de la gente no se acordaba que en su campaña advirtió que aplicaría las llamadas reformas estructurales, las que operó efectivamente desde la Presidencia con las graves consecuencias que tuvo para la mayoría de los sectores. En aquella campaña los medios se encargaron de poner en primer lugar cosas tan superficiales como la vida personal y la apariencia física del entonces candidato contrastándolo con Andrés Manual López Obrador a quien se le presentó como un viejo de discurso atrasado.
Ahora, queda claro que el candidato del grupo Atlacomulco representó un retroceso tan grave como el provocado por Carlos Salinas de Gortari en 1993 con la firma del TLCAN. Decenas de miles de pequeñas y medianas empresas han sido eliminadas cada año ante una economía cada vez más concentrada en manos de los capitales transnacionales beneficiarios directos de la apertura de la economía prevista en el TLCAN.  Hoy se llenan todos los informes señalando el crecimiento de las exportaciones manufactureras, superiores a la exportación de hidrocarburos sin decir que se trata de manufacturas de las transnacionales producidas en México para la exportación con la correspondiente emigración de utilidades
Aun así, el TLCAN llega a su fin con el modelo de Donald Trump de repatriación de capitales hacia Estados Unidos en pleno año de cambio Presidencial. La puntilla se anunció esta semana con la aprobación de la reducción de impuestos a los grandes capitalistas para motivar su regreso a ese país. Ello, en un contexto en el que las fortunas combinadas de Bill Gates, Jeff Bezos, y Warren Buffett —los más ricos— son equivalentes al patrimonio de la mitad de la población estadounidense combinada, quienes representan un total de 160 millones de personas o 63 millones de hogares. Si ese es el panorama social de la población en Estados Unidos ante el arrasamiento del llamado modelo neoliberal, no es factible que el escenario para las mayorías en México sea diferente.
En el escenario de México para el 2018 el nuevo Presidente de la República enfrentará lo siguiente:

  1. Una desaceleración de la economía producto del entorno recesivo internacional y de la factible fuga de capitales hacia los Estados Unidos y ante la incertidumbre que genera el cambio presidencial mismo.
  2. La política de Donald Trump de liquidar todo tratado multilateral a favor de relaciones bilaterales deja en una posición débil a México sin el margen de maniobra que representan las negociaciones compartidas con Canadá y con otros países en el marco de los tratados multilaterales ya firmados además con Europa y los países de la cuenca del pacífico.
  3. En el marco anterior, seguirá adelante la construcción del muro en la frontera sur de Estados Unidos para el que Donald Trump dispone ya de los fondos necesarios. El impacto será, además de económico, de tipo político y psicológico para la sociedad mexicana, los migrantes y la población de mexicanos radicados en ese país.
  4. El triunfo del Presidente Trump al lograr la aprobación de su reforma fiscal lo encamina hacia su posible reelección y lo apuntala frente a los intentos de destituirlo por el llamado “rusiagate”. En días pasados fracasó rotundamente la primera intentona de un grupo de demócratas en el Capitolio para emprender el “impeachment” en su contra. Ni siquiera el liderazgo demócrata apoyó la iniciativa.
  5. En los planes de Trump para México se perfila claramente revertir el déficit de la balanza comercial de Estados Unidos con México que él le adjudica a los efectos del TLCAN. Ello, supone la vuelta a la política de aranceles y prohibiciones a las exportaciones mexicanas dirigidas a ese país como sucedió -aun estando vigente el tratado- con la exportación de verduras, acero, camarón y atún.
  6. Igualmente, supone el plan de Trump regresar abiertamente al uso del dumping para los productos estadounidenses que compiten con los nacionales. En una economía como la mexicana radicalmente dependiente de la economía imperial significa la generación de altos índices de desempleo en ramas del sector primario de alta ocupación de mano de obra.
  7. La realidad económica y social será muy difícil de ocultar o disimular con cifras maquilladas y campañas mediáticas.
  8. El próximo Presidente de México será elegido entre dos proyectos: por un lado, el que representa el modelo neoliberal vigente en México desde 1982 y que encabezan José Antonio Meade del PRI y Ricardo Anaya del PAN y por el otro, un proyecto de corte nacionalista, progresista, de contenido social representado por Andrés Manuel López Obrador.
  9. Es claro que ninguno de esos proyectos plantea un programa de contenido anticapitalista; sin embargo, el retroceso económico y el empobrecimiento de las mayorías, con una radical concentración del ingreso sostenido durante 35 años por el PRI y por el PAN hacen cada día más insostenible el modelo de Meade y de Anaya. Por su parte, Obrador ha transitado desde 2006 con el proyecto de alternativa social que puso en práctica como Jefe de Gobierno de la capital del país y que en lo esencial ha sido ensayado por más de diez años en diversos países de América del Sur logrando un fuerte impacto en la mejoría de las condiciones de vida y de trabajo de millones de personas ubicadas en pobreza y en pobreza extrema.
  10. En la perspectiva de una inminente mayor presión del régimen de Trump sobre México, sin duda tendría mayor fortaleza la resistencia y alternativa representada por un gobierno de Andrés Manuel López Obrador por el activo respaldo político que recibiría de amplios sectores movilizados a favor de la defensa de sus intereses inmediatos y de los intereses nacionales.

 




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