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AMLO el sorpresivo | Hugo Rangel Vargas

Ya lo ha reconocido Diego Fernández de Cevallos, que Andrés Manuel López Obrador está más cerca de ganar la presidencia de la república que en la contienda del 2006. También las encuestas siguen mostrando al tabasqueño como el puntero en la carrera rumbo al primer domingo de julio del presente año.
Esta condición que López Obrador ha mantenido en los últimos meses, tiene su explicación en la promoción involuntaria de su discurso que se ha generado por el elevado grado de descomposición del régimen político, y del cual han sido coparticipes los partidos que tienen postulados a sus adversarios en la contienda presidencial.
Pero hoy el morenista lanza guiños hacia un sector de la clase política que en otro momento tenía el carácter de adversario irreconciliable. En su lista de encuentros y acercamientos se encuentra la senadora Gabriela Cuevas y los exdirigentes nacionales del PAN, Manuel Espino Barrientos y Germán Martínez Cazares; quienes ya han hecho manifiesta su simpatía hacia el candidato de la izquierda, o por lo menos, han desteñido su discurso antilopezobradorista de la palestra pública.
A estas sumas de connotados políticos de otra extracción ideológica, se agrega a la presentación de un posible gabinete, caracterizado por su moderación, y que entraría en funciones en caso de que el exjefe de gobierno capitalino alcance la primera magistratura del país.
Lo que para muchos era un error táctico, puesto que podía despertar celos y abrir flancos para el ataque de los opositores, resultó derivar en un mensaje de confianza y tranquilidad hacia la opinión publica internacional la cual esperaba nombres de personajes radicales en el equipo lopezobradorista. Sin embargo, el candidato presidencial actuó contra las expectativas y aún cuando el gabinete pueda concretarse o no en su designación, al menos ha dejado en claro con que tipo de perfiles no gobernará.
Pero por encima de nombres sorpresivos, desde la elección de 2006, la constante de Andrés Manuel han sido las líneas programáticas con las que ejercería la presidencia de la república, en caso de que le favorezca la mayoría en el proceso electoral.
Pese a los ajustes tácticos que ha realizado, López Obrador sostiene una línea de rompimiento sistémico y el Proyecto Alternativo de Nación, bandera que ha colocado en el imaginario de un sector de la sociedad con mayor éxito que las plataformas programáticas de sus antagonistas, representa un punto de quiebre en la visión de las políticas públicas en el país.
Sorprenden López Obrador y sus acercamientos, levantan más de una ceja las adhesiones y simpatías que ha logrado, provocan el escozor de quienes quieran ver a un candidato escondido en el puritanismo ideológico y mostrenco de alianzas, desatan las pasiones de quienes acusan oportunismo y arribismo en las incorporaciones que ha alcanzado; sin embargo son esos detractores quienes han hecho del pragmatismo y la mercadería política la lógica con la que han reproducido la subsistencia de un modelo económico nefasto para una inmensa mayoría de mexicanos.
Es probable que las sorpresas que esconde Andrés Manuel no se acaben en los próximos días, que siga asomándose un tufo de pragmatismo en su operación política, que a propios y a extraños llame a extrañeza la migración de liderazgos desde las filas de seguidores de Ricardo Anaya y José Antonio Meade hacia López Obrador; sin embargo, en el terreno de la lucha política, las fuerzas progresistas están demostrando tener capacidad de dar una sopa de su propio chocolate a los poderosos.
Twitter: @hrangel_v

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