OPINIÓN // 120 días de Sodoma y Gomorra

Héctor Tenorio
En México tenemos dos presidentes uno constitucional, Enrique Peña Nieto y el otro es virtual, Andrés Manuel López Obrador. La suma, da como resultado que no tengamos ninguno en la realidad. Tal paradoja deja en claro que son demasiados los 120 días que transcurren entre la celebración de la elección y la toma de posesión, (en Estados Unidos la transferencia del poder dura73 días). En el futuro se debe acortar este lapso de tiempo, generando así, certidumbre a los inversionistas y evitando confusión entre los distintos actores de la sociedad ante los inminentes cambios.
En la historia reciente de la República no se tiene registro de ningún candidato presidencial que saliera triunfador y nombrara un gabinete, además de dar a conocer los proyectos que pretende implementar, como sería el traslado de algunas secretarias al interior del país. Si tal situación no había acontecido era para no tener un desgaste innecesario. De tal actitud se desprende que López Obrador menosprecia el poder de los medios de comunicación, es un político con la piel gruesa, acostumbrado al golpeteo. A esto hay que añadir su marcada adicción al protagonismo.
Entre las designaciones más polémicas que ha realizado es la de Manuel Bartlett como director de la Comisión Federal de Electricidad. El representa al viejo PRI y se le responsabilizó del fraude electoral de 1988, que ya reconoció. Es válido preguntarse: ¿Las acciones emprendidas por el gobierno de Carlos Salinas de Gortari fueron ilegítimas y éste podría acabar en prisión acusado de traición a la patria?
Los cuestionamientos no se han detenido, obligando al ex gobernador de Puebla a defenderse. Afirmó que no piensa renunciar a su puesto. Realmente es una escena absurda, ¿De qué forma alguien puede llegar a declinar un cargo al que todavía no asume?
No conforme el tabasqueño, ha recomendado de manera respetuosa al Ejecutivo que mande una iniciativa preferencial al próximo Congreso de la Unión para restituir la Secretaria de Seguridad. Es una solicitud que involucra la capacidad de una autoridad. No solamente es una política de ficción la que practica López Obrador, sino que ha caído en la usurpación de funciones.
No todos sus pronunciamientos han sido fallidos, hay algunos que son loables: Reducir los sueldos de la alta burocracia; acabar con los gastos suntuosos de las Cámaras. Estos planteamientos surgen de la filosofía de que no puede haber gobierno rico frente a un pueblo pobre. Hasta aquí todo es aceptable. Lo que no es comprensible es que el próximo mandatario de México presuma que hay ciudadanos que quieren colaborar en su gobierno sin cobrar un peso. Solo demuestra que no valora el esfuerzo de las personas. Tampoco está bien el anuncio de que los trabajadores de su administración laborarán de lunes a sábado, bajo el esquema de trabajo voluntario, esto no es cierto, porque estarán condicionados por represalias de los jefes.
Históricamente la izquierda se ha caracterizado por explotar a los trabajadores ya que carecen de una cultura de la legalidad y su mezquindad la disfrazan con un discurso de crear conciencia o ser más patriotas. Los gobiernos de izquierda no pueden reprobar a los empresarios por pagar malos sueldos y abusar de la clase trabajadora, si ellos hacen lo mismo
Ahora bien, han habido personajes que rechazaron la oferta de trabajo de López Obrador, el ex gobernador de Morelos, Jorge Carillo Olea, no quiso sumarse a la próxima administración por su avanzada edad. También trascendió que Cuauhtémoc Cárdenas y el ex gobernador de Michoacán, Lázaro Cárdenas Batel, tampoco participarán con el tabasqueño. Esperarán a que inicie el 2019 para arrancar con una organización política, el objetivo será echar abajo la reforma energética.
Y eso que todavía no empieza el nuevo gobierno.