La Fiscalía alemana ha acusado este martes de terrorismo a un grupo de extrema derecha que planeaba cometer atentados, según publican varios medios alemanes. En total, son ocho acusados, miembros del grupo autodenominado Revolution Chemnitz, detenidos en octubre pasado y pertenecientes al entorno neonazi y hooligan.
Los acusados, entre 21 y 31 años, planeaban desatar una suerte de “guerra civil” en Berlín el pasado 3 de octubre con la idea de propiciar un vuelco en el sistema político “en dirección de la extrema derecha”. De los actos violentos que se cometieran pretendían culpar a la extrema izquierda. Los acusados fueron detenidos dos días antes del ataque planeado. En los chats del grupo, los acusados dicen que se trata de hacer que parezca que es obra de los “parásitos” según publica el Süddeutsche Zeitung junto con las cadenas regionales WDR y NDR.
Los integrantes de Revolution Chemnitz habían comenzado una campaña de recogida de fondos para comprar armas. Christian K. es el supuesto cabecilla del grupo y el que daba las órdenes y diseñó el plan de acción. Pretendía llevar a cabo “golpes efectivos contra parásitos de izquierdas, zombies de Merkel y la dictadura de los medios y sus esclavos”. Algunos de los otros integrantes alegaron en los interrogatorios que estaban en el chat porque olvidaron salirse o por simple curiosidad.
Esta acusación se produce tres semanas después de que Walter Lübcke, un político conservador alemán apareciera muerto en la terraza de su casa en Kassel con un tiro en la cabeza. Los investigadores trabajan con la hipótesis de que se trata de un asesinato de motivación ultraderechista, lo que ha reavivado el temor a la violencia neonazi en Alemania. El principal sospechoso del crimen es un antiguo neonazi de la zona conocido por la policía. El asesinato ha dado pie a los ultras a reiterar sus amenazas contra políticos locales favorables a al acogida de refugiados en todo el país.
Algunos integrantes de Revolution Chemnitz participaron en las manifestaciones violentas y de ultraderecha convocadas tras el apuñalamiento de Daniel H. supuestamente por un sirio y un iraquí en Chemnitz, en el Este de Alemania. Los disturbios ultras que siguieron al crimen pusieron en guardia a las autoridades ante el temor de que se extendieran al resto del país.