OPINIÓN / Los partidos políticos en las sociedades democráticas

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Por: Humberto Urquiza Martínez

Hablar de una sociedad democrática nos remite, en primera instancia, a los partidos políticos, que juegan el papel de organizaciones que buscan alcanzar la representación política en las diversas instancias gubernamentales que se eligen por la vía del voto personal.

Ante ese tipo de sociedad, en la que la competitividad en el acceso al poder es una de las principales características y en las que, además, los institutos políticos sirven para garantizar el acceso al poder de cualquier ciudadano – distintivo propio de las democracias-, los partidos se convierten en un espacio ejemplar para garantizar la competencia entre sus correligionarios, y permitir con ello, postular a quienes logran tener el mayor apoyo, acorde, además, con su visión ideológica, económica, social y política.

Por ello, resulta fundamental que en cada uno de las organizaciones políticas, existan reglas de carácter democrático para elegir a los candidatos, que permita atestiguar los principios de las mayorías, pero también, que logren ser representantes de su visión ideológica y sobre todo, que sean perfiles demócratas, esto es, que representen no solamente los propios ideales de cada instituto político, sino principalmente, que garanticen los principios de las democracias y que, a partir de eso, puedan ser candidatos que, aunado a su popularidad y como los mejores representantes de sus principios políticos, tengan la base de una cultura política demócrata, con el objetivo de legitimar que el ejercicio del poder – una vez que ganen las elecciones- sea producto no solamente del cumplimiento de la ley, sino también de una personalidad –de cada candidato electo- propia de la democracia, el cual use a las instituciones y al propio estado de derecho, para fortalecer el sistema democrático.

Es por ello, que los partidos políticos y sus dirigentes, asumen un papel determinante en las sociedades democráticas, traducido en ofrecer candidatos que tengan esos rasgos y que en caso de que no ser así, el propio partido cuenten con mecanismos institucionales y políticos, que sirvan de criba para evitar la alteración del estado democrático, por lo que, en esas circunstancias, el modelo constitucional democrático se impone como un objetivo fundamental, frente a las ideologías, así como a las mayorías y a las minorías.

Lograr una democracia, requiere, invariablemente de guardianes fuertes, el primero de los casos, los partidos políticos, que adquieren un papel fundamental en la construcción de gobiernos democráticos, primero, encaminando a ciudadanos demócratas hacia el gobierno y segundo, obstruyendo los casos contrarios.

De esa forma, tendremos un sistema de partidos políticos democrático, tanto en la idea de igualdad en el acceso al poder, como en los perfiles para gobernar.