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El Año Sin Primavera / La hora de los buitres

Por Gerardo Espindola

Una pandemia es como un huracán, arrasa todo a su paso y tiene la fuerza para desenterrar viejas heridas del pasado, desnuda las ciudades y exhibe las mejores y/o peores prácticas políticas. En México estamos acostumbrados a los huracanes y deberíamos estar acostumbrados a las pandemias, hemos tenido varias. De hecho, la conquista de la orgullosa Tenochtitlán fue gracias a una epidemia de viruela, a raíz de los cadáveres de soldados españoles enfermos que fueron lanzados desde catapultas europeas a las murallas de la capital azteca por órdenes de Cortés. Fue una auténtica guerra bacteriológica.
En la reciente pandemia, la del Coronavirus, la más fuerte y más impactante desde la influenza española de 1919, ha sido un huracán para desbaratar todas las formas políticas, todas las imposturas, y también para provocar que muchos vampiros salieran de la cueva.
Las sanguijuelas suelen colgarse del cuerpo inerte y chuparle la sangre hasta casi quitarle la vida, ese ha sido el mejor ejemplo de decenas de políticos, cuyas carreras e imagen rumiaban en el ostracismo. Escupen veneno, desinforman, mienten, tergiversan, engañan, engatusan y practican todas las artes del complot y el boicot. El caso más consolidado es el expresidente Felipe Calderón, un personaje de ruinosa memoria y que carga un fardo de 200 mil muertos gracias a sus políticas militares contra el crimen organizado cuanto tenía las riendas del país.
Calderón Hinojosa ha utilizado su cuenta de twitter, con 5.4 millones de seguidores, para verter dosis industriales de desinformación y calumnia, igual golpea a Andrés Manuel López Obrador (quien, por cierto, se pone de pechito), de la misma forma lanza sus dardos venenosos al estratega mexicano contra el Coronavirus, el subsecretario Hugo López-Gatell, lo mismo comparte notas falsas creadas por periodistas irresponsables, o en el colmo, se pone de ejemplo de su “actuación” durante la pandemia de la influenza en el 2009.
Entre otros políticos de escala nacional que le siguen los pasos a Calderón, se encuentran el líder panista Marko Cortés y el precipitado gobernador de Jalisco, Enrique Alfaro. En un segundo nivel, también han perdido las casillas el gobernador de Nuevo León, Jaime Rodríguez Calderón. En una línea más prudente pero crítica se encuentra el gobernador michoacano, Silvano Aureoles Conejo.
Pero no se puede decir lo mismo de integrantes del gobierno estatal perredista, ya que afloran las ansiedades electorales de algunos, quienes buscan aprovechar la crisis, para posicionar su imagen, tal es el caso de Juan Carlos Barragán, de Carlos Herrera Tello y de un deslucido Alberto Frutis.
Tema aparte se encuentran otros náufragos políticos como el ex alcalde Alfonso Martínez, quien asomó la cabeza desde su chalet del exclusivo coto de Tres Marías, para “alzar la voz” contra el Gobierno federal, bueno hasta epidemiólogo salió al hablar de “maquillaje” de cifras de contagiados, cuando en su gobierno maquilló como nadie el desvío millonario de recursos en obras de baja efectividad social, como el parque lineal.
En esta línea, algunos periodistas y medios famosos (aunque poco prestigiosos) vinculados a Joaquín López Dóriga, Raymundo Riva Palacio, Ricardo Alemán, Carlos Loret de Mola o el diario Reforma, demostraron ser poco profesionales y con poca ética al difundir la muerte del empresario José Kuri (primo de Carlos Slim) como la primera por el Covid-19, quien todavía sigue vivo.
Aquí en México revolotean los buitres políticos, quienes buscan aprovechar la sensación de inseguridad y temor de los ciudadanos, para erigirse como profetas del desastre y ofrecer soluciones irrisorias. Lo más conveniente es no hacerles mucho caso.

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