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OPINIÓN / De Precariado – COVID-19 y el México que habito

Por: Humberto González Mandujano

Pensadores como el filósofo polaco ya fallecido Zygmunt Baumant o Guy Standing, economista inglés, señalan que las clases sociales están desapareciendo, es decir, la distinción entre clase media y proletariado se vuelve cada vez más difusa, entrando así en una gran bolsa denominada “Precariado” que en términos generales, hace referencia al estado en que la gente no está segura de su futuro, y de manera etimológica, hace referencia a la unión de las palabras precario + proletariado o asalariado.

Esta línea cada vez menos visible o difícil de distinguir entre las clases sociales, está generando las condiciones y características para la creación de una nueva estructura de clase que como mexicanos somos reacios a ver y aceptar. Sin embargo, si en la esfera de la catarsis personal, reflexionamos ¿Qué nos hace diferente entre clase media y personas pobres? posiblemente algunos responderían que la educación, el nivel de ingreso, el apellido, círculo social, el empeño para lograr nuestras metas, el “yo no dependo del gobierno”, nuestro código postal, la pigmentación de nuestra piel, etc.

La crisis sanitaria del COVID-19 ha visibilizado la fragilidad del sistema económico-social y con la pausa generada por la cuarentena se pone de manifiesto que las “diferencias” de clase no son tan notorias ni permanentes, basta con preguntarnos lo que estos pensadores han expuesto y darnos cuenta de nuestra ubicación real. Respondamos ¿Cuánto tiempo aguantaríamos manteniendo el mismo nivel de vida estando en paro, sin desarrollar actividad económica alguna? el resultado es alarmante, porque para muchos, lo poco ahorrado se destinaría a deudas y para vivir con mesura unas cuantas semanas o meses, y ¿luego?… Si el poco conocimiento y control del virus persiste ¿Qué seguirá para este amplio sector poblacional?

Al terminar la cuarentena algunos simplemente se presentarán a trabajar, pero muchos otros no saben si su empleo sobrevivió; otros desde este momento, viven con la angustia de pagar renta y servicios de un local comercial, proveedores, sueldos, impuestos, y consideran correr empleados como medida de supervivencia, o cerrar; otros han dejado de tener clientes qué atender, y muchos no han podido salir a buscarse la vida porque las calles están solas.

En México el Precariado se enfrenta a un clasismo que nos hace ir por caminos diferentes, es decir, mientras la clase media se siente amenazada a perder los privilegios heredados, adquiridos o los pretendidos, en contra parte, la clase baja se entiende como sometida y su preocupación continúa siendo la subsistencia.

De no hacer de la solidaridad el cemento que nos una y empodere colectivamente, nuestras arraigadas “diferencias” seguirán ocupando nuestro invadido imaginario personal.




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