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OPINIÓN / Una semana santa plagada por el COVID-19

Por: Dip. Antonio de Jesús Madriz Estrada

La semana santa tiene su origen en la propia Biblia, para los cristianos o católicos la semana santa representa la máxima celebración en la que rinden culto a Jesucristo como redentor, señor y creador de todas las cosas. Es precisamente en los evangelios de los cuatro apóstoles Lucas, Mateo, Juan y Marcos donde se narra el antes y el después de la llegada de Jesús a la tierra, enviado de Dios para salvación de los humanos. Todo esto, dentro de la creencia de la iglesia católica.

Pues bien, en varias partes del mundo esta celebración es vigente y aglomera cientos de miles de personas sumándose a la conmemoración de uno de los seres más míticos de la historia humana: Jesucristo.

En México en prácticamente todos los estados de la república se llevan a cabo peregrinaciones en las que se aglutina el pueblo y desde el jueves santo, se reúnen para recordar aquello que fuera “La última cena”, escena conmemorada donde a Jesús lo venden por unas monedas, acto realizado por Judas Iscariote; a pesar de la acción de humildad de Jesús al haberle lavado y besado los pies (según las escrituras).

Hago referencia a lo anterior considerando que este viernes santo fue un día triste y desconsolado para muchos habitantes de Michoacán que han acompañado esta celebración; pues, resultó imposible poder convocarse en las plazas públicas y en iglesias para llevar a cabo estos actos; el motivo, COVID-19. Mientras algunas personas lo seguían en televisión, otros lo realizaban en lugares cerrados, atendiendo las recomendaciones sanitarias de la autoridad y trasmitiendo en vivo para que miembros de sus redes sociales, pudieran no dejar pasar la fecha tan conmemorativa para los creyentes y pudieran verlo.

Michoacán se encuentra entre los 7 Estados con más devotos dentro de la religión católica, según datos del último censo nacional. Apenas por debajo de Guanajuato, Jalisco, Zacatecas o Aguascalientes por mencionar algunos. Con esos datos podemos observar lo difícil que es para los ciudadanos hoy tener que estar pasando un día en casa, cuando usualmente se observaba por distintos medios o bien, de manera presencial el acto donde escenifican la crucifixión de Jesús de Nazaret, pues muchas personas salían de sus casas a ver actos organizados por ciudadanos donde se apreciaba el tradicional viacrucis. Este año, fue diferente.

Michoacán y el viernes santo, amaneció con la suma de siete personas fallecidas a causa de Covid-19, así como tres contagiados más. Esa triste historia ha sido la de nunca acabar, al menos en los próximos días. Es desalentadora la esperanza de muchos en estos tiempos. Sin embargo, México es un país al que se le apuesta a la hermandad entre mexicanos y a las expectativas como sinónimo de triunfo, tan necesario en estos tiempos.

El virus que a fines de febrero llegó para quedarse en nuestro país, ha causado estragos al interior de familias que no esperaban hechos tan trágicos, y es que, jamás se pensó que el sólo realizar un viaje que año con año se emprendía en el que a la familia que radicaba en el vecino país del norte recibía a sus paisanos, acabaría con el regreso del viaje de alguien del que no pagó boleto, el coronavirus con la enfermedad Covid-19. Es así como en muchos de los casos ha sido importada la infección que como característica de la fase uno, se trae el virus por primera vez al país, sin embargo, hoy México próximo a entrar a la fase 3 deja ver que el no haber ejercido medidas con mano dura, nos hizo pasar una fase dos que no pudimos controlar.

Un sábado de gloria y un domingo de resurrección fue la esperanza de muchos mexicanos, donde se deseó jamás haber estado viviendo los tiempos que se atraviesan, sin embargo, los retos son grandes y dejarán percibir cuán valiosa es la vida del ser humano, y hasta dónde la actitud erudita de las personas hace valer al individuo por sus principios y rectitud, más allá de lo que son como materia. Es momento de actuar, es momento de emprender actividades que salgan de lo rutinario y de aquello que en algún momento pensamos, no llegará a nuestro entorno. Se requiere la actitud de todos y de todas, acciones concretas que logren que esa recta que ligeramente está en incremento podamos frenar su crecimiento exponencial respecto al tiempo y logremos hacerla permanecer constante por un determinado tiempo en “X”; todos podemos, sólo será decisión de aquel que en otros momentos ha sido convocado a ovacionar un gol de la selección mexicana, un grito de si se puede en los momentos de tentativa derrota, estoy aquí y ahora, listo para actuar; un, quiero salvar a México.

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