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El Año Sin Primavera / Periodismo Doliente

Por Gerardo Espíndola

El Coronavirus trajo consigo una avalancha de información, la cual se ha visto potenciada por la capacidad –paradójicamente- de viralización de las redes sociales, sin embargo, este último factor ha permitido, incluso alentado, la proliferación de noticias falsas, de versiones contradictorias, de calumnias, de verdades a medias y hasta de falsedades con todo el rigor de la palabra.
En este maremágnum, los medios de comunicación de México se han visto envueltos en un proceso carente de todo tipo de verificación y contraste de fuente, de ausencia de fast checking o incluso de carencia de fuentes sólidas de información. Ante una crisis que demanda lo mejor de la ciencia, la ciencia periodística fue la primera víctima de la pandemia.
Como nunca, el periodismo en México ha sido exhibido en toda su pobreza y en toda su miseria. El mayor ejemplo, ha sido la participación de los reporteros en las conferencias diarias del subsecretario de Salud, el doctor Hugo López-Gatell, quien a pesar de la complejidad técnica que concita la información epidemiológica, ha explicado –literal con peras y manzanas-, en qué consiste la estrategia del Gobierno mexicano para tratar de aplanar la curva de contagios.
En esas conferencias de prensa, los reporteros presentes, algunos que son empleados de los grandes corporativos mediáticos mexicanos, han exhibido su desconocimiento y franca ignorancia respecto al tema. Quizás no sea su culpa, quizás la condición intrínseca del gremio periodístico nacional, que padece bajos salarios, falta de prestaciones sociales y económicas, horarios extendidos, mala alimentación y un largo etcétera, pero el periodismo en México está exhibiendo su nula capacidad de cubrir una contingencia histórica.
Están los periodistas desinformados, pero también están aquellos que cumplen su servicio a un interés político, que desinforman y mienten sin tapujos, calumnian, engañan, y esto es lo más grave, ya que su interés es generar terror, miedo, desesperanza en la población, a fin de cobrar algunos pocos réditos político-electorales. También están los bufones, los llamados influencers, youtubers, y demás fauna del ambiente digital, quienes compiten para ver quién hace la estupidez mayor.
El periodismo, tal y como lo conocemos, con López dorigas, Ciros, Denisses, y demás personajes faranduleros, que por vez primera, en sus dolientes pero millonarias carreras, ejercen la crítica al Gobierno federal, debe de acabar, debe de sucumbir a un periodismo más especializado, más científico, menos alarmista, que genere contenidos que sean confiables, que sean verificables. El periodismo que sólo defiende los intereses económicos de grandes empresas, también vive sus últimos días, ya que le dieron la espalda a los ciudadanos y optaron defender a sus muy acomodados clientes.
En lo local, el hambre será más canija, y el periodismo local debe de sacudirse de la lógica del financiamiento gubernamental o de lo contrario vivirán las constantes crisis de las contenciones financieras. Al tiempo y veremos qué sucede.




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