Por Eduardo Pérez Arroyo
Todo moreliano conoce de cerca las obras que prometieron mucho, pero nunca se concluyeron o que operan mal. Imponderables técnicos, confusión o simple falta de voluntad han provocado que se acumulen viejos inmuebles sin un uso concreto, y lo que es peor, sin que se sepa si alguna vez llegarán a buen puerto. Hoy, Metapolítica comparte algunas de las más emblemáticas.
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Morelia, Michoacán.- El proceso suele ser el mismo y se repite con pocas variaciones: una administración municipal o estatal asume, promete iniciar el despegue definitivo de Morelia o Michoacán y anuncia obras de infraestructura y proyectos emblemáticos diseñados para tal fin.
Años después las promesas de campaña avanzan a cuentagotas, fueron (mal) ejecutadas con prisa o, sencillamente, se esfumaron.
En la Morelia de hoy, flamante patrimonio de la Unesco, abundan los proyectos fallidos que ya son parte del paisaje urbano. Todos, además, conforman un pedazo de la identidad de la ciudad porque casi cualquier moreliano tiene alguna historia con o sobre ellos.
La expresión “elefantes blancos” se define estrictamente como aquellos activos que tienen un costo de mantenimiento mayor que los beneficios que pueden aportar. No es el caso de algunas obras de esta lista, dado que no lograron llegar siquiera a convertirse en paquidermos: nacieron fallidas y sencillamente se las abandonó a su suerte.
Hoy, Metapolítica recopiló algunas de los más característicos.
Fuente danzante de la Plaza Ocampo
La mandó construir Fausto Vallejo en 2010, cuando era alcalde, para conmemorar el bicentenario. Duró cuatro años y el sistema falló. La reinauguró Alfonso Martínez, con colores psicodélicos, en agosto del 2018. Hoy, tras 15 millones de pesos de inversión, acusaciones de desfalco y miles de horas de trabajo, la fuente danzarina ya no existe: en noviembre del 2018 manos anónimas robaron la maquinaria que las impulsaba. Ahora hay planes de restaurarlas.
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Ciclovías del boulevard García de León
El ejemplo perfecto de una obra mal concebida, mal planificada y mal ejecutada. O en realidad delirante. Las construyó Wilfrido Lázaro Medina a fines de julio del 2015 para cumplir una de sus promesas de campaña. Apenas dos semanas después, el edil entrante Alfonso Martínez ordenó quitarlas. Todos celebraron la medida. La flamante ciclovía nunca fue tal: en realidad se trataba de simples líneas de pintura marcadas en el pavimento, sin un desnivel o barda que la separara del paso de los vehículos. La obra generó la ira de los automovilistas, una irreversible sensación de soledad y tragedia entre los abandonados ciclistas y la burla –y cientos de memes– entre los morelianos. Ya nadie piensa que es ciclovía, pero las marcas de pintura permanecen.
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Feria Nacional del Libro y la Lectura de Michoacán
Un proyecto fallido por donde se le mire. Cambios imprevistos de sede, de fechas, de expositores, intentos de colgarse de las visitas –y el dinero– que atraía el Festival Internacional de Cine de Morelia, y muchos, pero muchos reclamos de los libreros por las cuantiosas pérdidas, en 2019 ya no se hizo más. El argumento: no hay presupuesto. Michoacán, lugar de historias, patrimonios y cultura desbordante, aún no es capaz de tener un encuentro literario decente.
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Centro de Convenciones y Exposiciones
Un proyecto que amenaza firmemente con destronar al Teatro Matamoros debido a su impacto en la ciudad. Anunciada como obra que atraería reuniones y foros, que legaría a la ciudad un espacio de primer mundo y que convertiría a Morelia en uno de los principales destinos empresariales del país, hoy ni las palomas se paran por la zona. En septiembre de 2018 el Gobierno del Estado anunció que no había más dinero para acabar el proyecto. Hasta abril de 2019 se habían invertido 170 millones de pesos. Nadie sabe si estará listo alguna vez.
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Corralones de Morelia
Un área que no le gusta a nadie –ni siquiera al gobierno municipal– y que cada año obliga a hacer fuertes gastos a cambio de nada. Los conductores los odian, el Ayuntamiento no gana y el medioambiente resiente la contaminación constante de lo que es, en realidad, un tiradero de chatarra. Hasta 2018 el municipio gastaba anualmente casi 5 millones de pesos en su mantención. Lo peor: cada año el número de vehículos aumenta sin que alguien los retire.
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Parque Lineal del Río Chiquito
Lo anunció Alfonso Martínez como el principal proyecto de infraestructura de su gobierno. El plan original incluía sanear el río, retornos vehiculares en cada puente, plazas artísticas y lúdicas, cafeterías, gimnasios al aire libre y áreas de observación de flora y fauna nativa. Tras estudios de los que nadie volvió a saber, precios inflados, sobrepagos millonarios, bancas de 54 mil pesos y observaciones de las auditorías Superior de la Federación y Superior de Michoacán por varios millones de pesos, hoy no hay saneamiento, gimnasios, retornos, cafés ni plazas. Lo de las especies nativas sí se cumplió: cualquier moreliano puede observar con comodidad los roedores que alegremente pululan por las contaminadas aguas del río.
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Estacionamiento de la antigua central de autobuses
Lo pactó Fausto Vallejo en uno de sus múltiples periodos como alcalde. Tendría un centro gastronómico, locales comerciales y exposiciones y venta de artesanías para atraer a los morelianos y permitir a la concesionaria ganar dinero. Nada de eso se hizo. Previsiblemente –por su lejanía con el “mero” centro– casi nadie usa el estacionamiento. Lo peor: por obra y gracia de Fausto, el Ayuntamiento año con año gasta millonadas en “indemnizar” a la empresa por no obtener las ganancias esperadas. Al fin y al cabo los morelianos pagan.
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Unidad Deportiva Bicentenario
La inauguró el mismísimo presidente Felipe Calderón Hinojosa el 13 de agosto de 2012, destacando una inversión federal de 122 millones de pesos, en medio de los festejos por las siete preseas obtenidas por México poco antes en los Juegos Olímpicos de Londres. En abril del 2019 ya no quedaba entusiasmo, cuidados ni equipo de sonido. “No sabemos si fueron robados, y de hecho estaba destrozada la caseta” aseguró el 25 de abril del 2019 el director del Instituto Municipal de Cultura Física y Deporte, José Sánchez Medina. Ante el tamaño del abandono, el equipo de vóleibol de Los Bravos amenazó abandonar la ciudad de Morelia. “El motivo son las malas condiciones en que se encuentra el auditorio de la Unidad Deportiva Bicentenario”, dijo el presidente del equipo Antonio Berrueta.
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Escuela Judicial
El 19 de diciembre de 2014 el gobernador Salvador Jara signó el contrato por un monto de 20 millones de pesos. El 21 de enero de 2015 inició la construcción. A los pocos meses la obra ni siquiera era capaz de sostenerse por sí misma. Según los reportes oficiales, la empresa Gallo Hermanos Constructores, S.A. de C.V., responsable, no tenía un portal web ni los requisitos de licitación. Apenas en abril del 2019 el presidente del Supremo Tribunal de Justicia del Estado, Héctor Octavio Morales, aseguró que la obra seguía en la indefinición y que no se puede dejar inconclusa por su costo, pero tampoco se puede continuar hasta asegurar plenamente que no hay riesgo para los usuarios.
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Teatro Matamoros
Para el final queda el elefante blanco por excelencia de la ciudad. Anunciada en una fecha ya perdida del año 2008,l a obracostaría 33 millones y quedaría lista para el bicentenario. A nueve años de su supuesta entrega original, y entre reiterados anuncios de que “ahora sí que sí”, el presupuesto se elevó hasta alrededor de 500 millones. Un emprendimiento cuyo presupuesto sitúa a Morelia entre los honrosos lugares destacados en cuanto a la corrupción pública, al nivel de obras emblemáticas de la historia de México como la Estela de la Luz o el Partenón construido por el “Negro” Arturo Durazo.
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BONUS TRACK: Estadio Morelos
Es la pregunta que todos se hacen: ¿volverá el futbol alguna vez?