OPINIÓN / Los estragos educativos

Por Oscar Carbajal Pérez

Siempre me he considerado un seguidor de las películas, series y cuentos de ciencia ficción, pero, lo que este 2020 nos ha dejado, supera todo eso. La gran apuesta al uso de la tecnología digital como medio máximo de comunicación, nos ha dado muchos puntos para analizar, entre la funcionalidad que representa para algunas actividades y las complicaciones que puede presentar para otras tantas, las clases, son una de esas complicaciones.

Sin duda, “el futuro es hoy”, es muy oportuno usar esa renombrada frase humorística para darle énfasis en la cantidad de cosas que se han modificado a raíz de la pandemia producida por el nuevo Coronavirus. En lo personal, para entrar en el contexto que quiero abordar, mencionaré que existe una canción que me gusta mucho por una sola frase, “nunca nada se detiene, es así”, la banda Technicolor Fabrics, exponentes mexicanos del nuevo rock, allá por el 2011, dijeron esa frase, que hoy podemos conjugar con lo sucedido en nuestro sistema educativo mexicano; no se pudo detener, era adaptarse o quedar a la deriva.

El ciclo escolar 19-20, va acabando, pero no dejando saldo blanco. ¿Cómo es esto? Los estragos que se han provocado en alumnos, docentes y responsables de familia, son muy notorios, cada uno de estos actores tuvo complicaciones en el proceso de llevar a cabo el cierre de ciclo a distancia. A eso le podemos sumar el sin fin de alumnos que no pudieron seguir con las clases y la incertidumbre educativa que se ha creado de marzo a la fecha.

Tener que cambiar la dinámica de las clases, para entrar a la era digital y cumplir con lo establecido en un sistema educativo como el mexicano, nos dio un panorama desfavorable y de división en el país. Tenemos a las personas que pudieron seguir tomando clases desde su casa y las que, tristemente, no pudieron continuar debido a las condiciones tan precarias en las que se llega a vivir; desde ahí, comenzamos a ver qué, terminar con este ciclo escolar, sería una labor titánica.

Y no podemos responsabilizar totalmente al sector docente o administrativo de la academia, nadie tenía la preparación para afrontar una pandemia de más cien días con actividades al 25% de capacidad de acción, en el mejor de los casos. Aventarse al ruedo para sacar a flote un modelo educativo que siempre ha dado de que hablar, es de admirar para los docentes que se pusieron la camiseta y buscaron la manera de no dejar a los alumnos sin clases.

Pero, desde la comodidad de las casas y la cobertura de internet, no todo es miel sobre hojuelas y se pudo apreciar cómo es que dar clases, tiene su ciencia, no sólo es estar frente a un grupo y explicar. Eso fue lo que los responsables de las familias, tuvieron que aprender; el convivir y ser actores activos, ahora, de las clases y educación de los hijos, claro, esto hablando de los niveles académicos básicos, en nivel medio y superior, el cuento fue otro, igual de complicado, pero con situaciones que en cierta manera desgastaron más.

A pesar de la labor que se hizo por medio de los actores principales, el eco social que se ha creado de incertidumbre, va encaminado en saber las consecuencias de haber cursado de tal manera dicho ciclo, ya que los parámetros de calificación, no son certeros, no se sabe si los conocimientos que se trataron de comunicar, fueron adquiridos de la manera en que se procuraba, por los alumnos. Trastornos de sueño, ansiedad, discusiones, problemas físicos y demás conflictos de salud, fueron apareciendo poco a poco en la comunidad estudiantil, docente y en las familias, todo, por cumplir con lo establecido en el programa educativo.

Hablar de educación en México, siempre debe ser un plato que se sirva frío, el futuro de un país, pasará innumerable cantidad de veces por la calidad de educación que se otorgue, la capacidad de respuesta a las problemáticas que se inculque y el sano desarrollo de la crítica e investigación. Es una fórmula que tal vez, en estos momentos, suena muy difícil llevarla a cabo, pero es una realidad que sucede, de forma negativa.

La capacidad de respuesta que se planteó ante la pandemia, fue algo nunca visto y con demasiadas lagunas por cubrir, además de que la investigación y critica que se buscaba desarrollar en los alumnos, fue de manera superficial. Pero a eso, el principal problema que se presentó fue ver que, actualmente, un alumno es evaluado por la cantidad de veces que tomó las videollamadas, videoconferencias o la cantidad de trabajos que entregó de manera digital a los docentes, esto en todos los niveles. ¿Las personas que no pudieron acceder a internet o entregar tareas, son culpables y se les evaluará mal a pesar de que tengan conocimientos? Eso es algo que ha dejado expuesto el sistema educativo hoy en día,

La educación en México, nos ha demostrado una vez más, como no puede ser accesible para todos, tristemente, ya que hoy implica tener un sustento económico y acceso a medios de comunicación digitales, al menos, de aquí a lo que resta del año. Los estragos que se podrían seguir viendo, son la cantidad de deserciones que se puedan presentar en las aulas, las cuales, serían un número demasiado alto, con todo y la planificación que se presente en el sector educativo para el próximo ciclo escolar, así como la incertidumbre y confianza hacia este método de educación.

Como alumno, puedo decir que dicho mecanismo puesto en marcha, en cierto punto fue el buscar algo que de bote pronto asegurara la continuidad del plan de trabajo, teniendo que sacrificar a unos cuantos. Suena cruel, pero no se le ve otra salida.

Los esfuerzos por tener educación digna y de calidad, muchas veces se ven reducidas ante las situaciones que se presentan, pero no está en duda que, la apuesta por la educación debe seguir, como tampoco está en duda que muchísimos alumnos, docentes y familiares, estuvieron a la altura de hacerle frente a la nueva modalidad de educación, con el propósito de sacar a flote todo lo planteado. Ojalá, pronto, aquellos que no pudieron seguir, tengan la oportunidad de incorporarse de nuevo y demostrar que nunca fue falta de ganas, fue por piedras en el camino que se quitaron y usaron como cimientos para construir algo mejor, porque nunca nada se detiene, es así.