¿Por qué México no puede dar a conocer los detalles de sus contratos sobre vacuna contra el COVID?

Metapolítica

Morelia, Michoacán.- La respuesta es simple: por negocios. 

Se trata de una práctica que a la luz de lo que hoy ocurre en el mundo pudiera parecer injusta, peor que es habitual. 

La mayor parte de los gobiernos del mundo ya firmaron contratos con las compañías que han desarrollado vacunas contra el COVID-19 en tiempo récord. Pero la información sobre esos acuerdos permanece oculta para el gran público debido a estrictas cláusulas de confidencialidad.

México lo vivió en carne propia el pasado 12 de enero. “En este gobierno no hay secretos y daremos a conocer de inmediato los contratos con las farmacéuticas”, dijo AMLO al ser consultado por qué se reservaban los contratos con Pfizer. 

El canciller Marcelo Ebrard aterrizó de golpe las perspectivas del presidente. 

“Tenemos restricciones de información, que son contractuales. No es solo en México, todos los países que hemos firmado esos contratos tienen esa restricción. Porque tienen que proteger la información de su precio y otros datos”, dijo. 

El hecho es que hoy todos los países del mundo están sujetos a esa misma restricción. Según reporta esta semana la BBC, “la vacuna contra el coronavirus un bien todavía demasiado escaso y producido por pocos laboratorios farmacéuticos. Cuánto cuestan o cómo se distribuirán son detalles que en la mayoría de los casos la ciudadanía desconoce, porque así lo exigen los acuerdos firmados”.

El secretismo llega a tal que hay países que incluso no pueden contar con la vacuna porque justamente esa confidencialidad choca contra leyes internas. Son los casos de Perú y Colombia. 

Pero incluso los europeos reconocen el problema. “Debido a la naturaleza altamente competitiva de este mercado, la Comisión está legalmente imposibilitada para desvelar la información que contienen estos contratos” dijo en noviembre la comisaria de Salud del parlamento, Estela Kiriakides.

Como sea, se trata de una práctica común. 

Jonathan García, experto en salud pública en la Universidad de Harvard, en Estados Unidos, dijo a la BBC: “esto no es nada nuevo; es frecuente que en los contratos entre los sistemas de salud de los países y las farmacéuticas se incluyan cláusulas de confidencialidad”.

El motivo: los laboratorios buscan fraccionar el mercado para poder negociar precios distintos con los distintos países. Y eso permite, por ejemplo, que México —en teoría— pague mucho menos por las vacunas que las potencias mundiales.  

“El hecho les permite negociar con los países en función de sus recursos, ofreciéndoles precios más bajos a los países pobres o en desarrollo y exigiendo cantidades más altas a los más ricos”, dice la BBC.

Hasta el momento solo AstraZeneca ha revelado que la vacuna que ha desarrollado en colaboración con la Universidad de Oxford tendrá un coste aproximado de entre 3 y 4 dólares por dosis. Ninguna otra farmacéutica lo ha hecho, y no se espera que lo hagan. 

En tiempos de pandemia, los negocios no se detienen.