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OPINIÓN // Democracia, un tema de ¿propiedad?

Humberto Urquiza Martínez

Grandes logros hemos tenido en la democracia mexicana, en los últimos 25 años, en particular en la forma en la que se eligen a los gobernantes. La participación ciudadana en las elecciones, ha permitido que la sociedad logre transitar a una idea diferente de lo que significa la propia democracia, aunque no significa solamente ello.

Con la consulta popular, la sociedad mexicana vivirá una experiencia histórica, ya que, por primera vez en esos 25 años, y quizá en la historia contemporánea del país, no se había tenido un ejercicio de participación directa en términos democráticos respecto de temas federales.

Ante ese escenario, llama la atención la perspectiva que algunos consejeros del INE han manifestado respecto de lo que es la democracia. El uso de la frase: “que la ciudadanía se apropie de la consulta popular” sin lugar a dudas nos remite a la necesidad que se tiene para que la sociedad, sobre todo la ciudadanía, sea empática con dicho proceso y participe, en principio como funcionario de casilla, y posteriormente, votando.

Sin embargo, si revisamos la frase, nos damos cuenta de las limitantes que se tiene en la idea de la democracia dentro de las instituciones, incluso en la cultura política. Al referirse a la apropiación nos lleva a la idea de que la sociedad, de inicio, no tiene el interés o deseo de ser parte de un proceso democrático como es la consulta popular. En otras palabras, es la idea de que la sociedad es democrática solo en momentos en los que la ciudadanía participa mediante ciertos procedimientos.

Si bien es cierto que la democracia pasa por procedimientos e instituciones especiales, lo cierto es que ello no es en su totalidad la democracia, es más, es una visión limitada del objetivo de lo que debe de ser dicho concepto para la sociedad mexicana.

Es por ello que, las instituciones, sus integrantes y sobre todo la sociedad debe de visualizar a la democracia como una forma de vida, en donde, cualquier actividad que se realice por “ordinaria” o diaria que pueda ser, debe ser consecuente con la visión de la democracia. Pretender que la democracia solamente se desarrolla mediante ciertos procedimientos y a través de ciertas instituciones, complicará la evolución en el asentamiento real y funcional de la democracia como forma de vida y no solamente como una democracia institucionalizada, en “momentos concretos”.

Transitar a una forma más amplia de funcionamiento social de la democracia, requiere de visiones integrales y sobre todo comprometidas para lograr un cambio, en principio discursivo y posteriormente operativo.

Es por ello que, los cambios deberán enfocarse en visualizar que la democracia también pasa por la participación de las personas en decisiones de seguridad pública, desarrollo social, económico, cultura, deportes, ciencia, etc., no solamente a través de consultas o elecciones, sino de una cultura en la que los valores y principios democráticos impulsen las actividades diarias de la sociedad y que “la apropiación” sea más una costumbre social que una decisión coyuntural. Lograr ese cambio, seguramente sustituirá la perspectiva cultural de qué es la democracia, para qué sirve y cómo debe de funcionar.

Humberto Urquiza es exconsejero del IEM y profesor de derecho, historia y sociología de las universidades Michoacana y Latina de América.

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