Metapolítica
Morelia, Michoacán.- La imparable y súbita ofensiva de los talibanes (organización terrorista proscrita en Rusia) ya ha penetrado en los arrabales de Kabul, lo que hace prever importantes cambios políticos y sociales no sólo en el conjunto de Afganistán sino también en los países vecinos de esa parte de Asia.
Los radicales accedieron a las puertas de la capital afgana sin sufrir resistencia militar alguna y ahora manifiestan que pretenden forzar una rendición pacífica y controlada que no cause más sangre y dolor ni escandalice a la comunidad internacional.
El presidente afgano, Ashraf Ghani, negociaba con los talibanes su inminente salida del poder. Su dimisión da lugar a un gobierno de transición, primer paso para que los llamados “estudiantes islámicos” tomen el control político del Estado.
“Dado que la capital Kabul es una ciudad grande y densamente poblada, los muyahidines del Emirato Islámico (como ellos se autodenominan) no tienen la intención de entrar en la ciudad por la fuerza o combatir, sino más bien entrar en Kabul pacíficamente”, explicaron los insurgentes en un comunicado.
Su exitoso avance desde todas direcciones hacia el centro de la nación provocó una oleada de pánico entre los habitantes de Kabul.
Aquellos que no comulgan con la ideología extrema de los talibanes o han trabajado estos años de conflicto para las tropas extranjeras que se están retirando de allí temen ser perseguidos sin piedad e incluso degollados por los nuevos líderes. Las mujeres son, desgraciadamente como siempre, el eslabón más débil de la cadena. Las peticiones de visados y asilo político se han disparado. No todos podrán salir.
Algunos avezados analistas occidentales escriben que esta situación desesperada que vive Afganistán se parece demasiado a la vivida en Vietnam en 1975 cuando las tropas del Vietcong forzaron una salida humillante de los soldados de Estados Unidos apostados en Saigón, su último reducto. Los paralelismos resultan demasiado evidentes.
“Tanto en Vietnam como en Afganistán el Pentágono se enredó en una guerra contra un enemigo que desconocía, sin una estrategia de salida y con una narrativa tóxica de cara al pueblo americano.
“Tanto la milicia Vietcong como los talibanes sufrieron enormes pérdidas contra la maquinaria militar estadounidense y sus terrores tecnológicos, pero resistió gracias a un mayor conocimiento del terreno, ya sea la selva o el desierto, una mayor motivación y una letal táctica de guerrillas. En ambos casos, Estados Unidos fue incapaz de ganar un conflicto en el que parecía el teórico favorito”, escribe Alberto Rojas para el diario El Mundo de España.
Los talibanes no esconden que su meta es aplicar la sharia o ley musulmana e instaurar una especie de emirato sobre el territorio que controlan. Cuando ejercieron el poder entre 1996 y 2001 ya prohibieron la música moderna y obligaron a todas las mujeres a llevar el burka cuando salían de sus casas.
Con información de Sputnik