Por Héctor Tapia

Queda un día para que concluya la LXXIV Legislatura. Una legislatura ominosa. Criticable por algunas de las situaciones que aprobaron en lo general, pero también por posturas individuales de algunos legisladores que lograron manchar aún más la labor legislativa en el estado.

Más allá de la polémica, que en la vida democrática es sana, lo ominoso recae en posturas que asumieron en defensa de personajes, de iniciativas, chantajes, votaciones señaladas como fraudulentas y serias contradicciones. Alianzas impensables y traiciones. Muchas traiciones.

Los últimos días de la Legislatura local estuvieron empañados por la insistencia en querer aprobar la desincorporación de un paquete de 10 bienes inmuebles para “oxigenar” las arcas estatales con 631 millones de pesos para la administración estatal saliente que encabeza Silvano Aureoles Conejo.

Y de manera paralela la toma de las instalaciones del Palacio Legislativo por un grupo de personas afines a Morena, quienes se oponen tajantemente a lo que refieren como remate de las propiedades del estado.

Por supuesto, la insistencia desproporcionada e incomprensible de llevar a votar esta desincorporación está íntimamente ligada a la desconfianza que genera el hecho de que hasta el último momento de una legislatura francamente afin en su mayoría al gobernador, el mismo jefe del Ejecutivo del estado haya buscado estos recursos, que para muchos, y de ahí la negativa de los cuartatransformacionistas, no se aplicarían a donde deben de aplicarse, además de que no ven justificable la venta.

Con las instalaciones del Congreso tomadas, a poco más de 24 horas de que inicie la siguiente legislatura, no se tiene claridad del protocolo que se seguirá para la instalación de la misma, la cual tiene que darse este 14 de septiembre a medio día.

De acuerdo al Artículo 210 de la Ley Orgánica y Procedimientos del Congreso del Estado, la Comisión de Transición deberá integrarse por cinco diputados electos, que serán designados por las fracciones parlamentarias electas a proporcionalidad de la presencia que tendrán en la legislatura.

La presidencia que recibirá recaerá en el grupo parlamentario que tenga más integrantes, que en este caso sería Morena, que hasta el momento tiene 11 diputados locales; pero tampoco ha comunicado quién asumiría tal posición para la transición.

Los manifestantes morenistas que actualmente tienen tomado el Congreso tendrían que liberar las instalaciones antes de medio día y dejar que la comisión de instalación, integrado por diputados electos, y que no se requiere convocatoria, tendrían que acudir e instalarse.

Esto lleva a lo siguiente; como tal, no tiene sentido la protesta-bloqueo que permanece, porque el objeto de su protesta tiene que ver con frenar a la actual legislatura para que no votaran la desincorporación, la cual ya -por los tiempos- no es posible se lleve a cabo. Lo que lleva a pensar que esa protesta podría tener otras motivaciones, quizá un mensaje al coordinador parlamentario de Morena, Fidel Calderón Torreblanca, de sus mismos correligionarios. Pero ese es otro tema.

Para la conformación de la siguiente legislatura, hay que apuntar, todavía queda una sentencia de la Sala Superior que también tendrá que desahogarse a más tardar este martes 14 de septiembre; en la cual tendrán que definir sobre la reasignación de las posiciones plurinominales, y a partir de ello conocer quiénes sí entrarán y quiénes no, como diputados y diputadas locales.

Bajo todo esto se encuentra, cuando menos de forma relativamente visible, el Congreso del Estado.

El cierre, insisto, será atropellado. Pero todo indica que el inicio será igual que la que cierra, atropellado.