Rubén I. Pedraza Barrera
Participar en la consulta de revocación de mandato es un reto democrático para la ciudadanía, donde se pondrá sobre el tablero del ajedrez político en los próximos meses, afianzar o no herramientas reales de participación ciudadana o democracia directa. Esta consulta abre la posibilidad de recobrar una parte del poder que ha acaparado durante muchos años, una clase política, misma que no parece actuar atendiendo las necesidades y problemáticas que a diario enfrenta la gente. Es una gran oportunidad que sí se opta por no participar, es igual a bajar los brazos y dejar que continúen los gobiernos actuando despreocupados de la opinión de quien les puso en los cargos y al frente de los gobiernos.
Para el requerido equilibro entre el poder gubernamental y el poder ciudadano, nuestro país se encuentra en un momento importante para agregarle valor a los procesos democráticos y sobre todo, representa un momento estratégico, que tiene que ver con la realización del proceso de revocación de mandato, que de acuerdo a lo establecido en el artículo 5, de la Ley Federal de Revocación de Mandato, “es el instrumento de participación solicitado por la ciudadanía para determinar la conclusión anticipada en el desempeño del cargo de la persona titular de la Presidencia de la República, a partir de la pérdida de la confianza”, por lo que definitivamente, resulta importante si se lleva a efecto o no, por ser el primer ejercicio de este tipo en nuestro país.
Andrés Manuel López Obrador es el primer Presidente en la historia del país que somete a la consideración de la ciudadanía su desempeño al frente del Gobierno de México, algo que está más allá de los dichos de sus seguidores y sus detractores, pero más aún, es el primer presidente que abre mecanismos de democracia directa, que sirven bastante a los gobernados para aproximarse a lo que en su espíritu el Articulo 39, de la Constitución Federal, plasma, relativo a que la soberanía reside esencialmente en el pueblo, así como su derecho inalienable, en cualquier momento para modificar la forma de gobierno, dicho de otra manera, el pueblo pone y el pueblo quita.
Todo apunta a que se recabaran, los 2.7 millones de firmas de los electores, antes del 25 de diciembre de este año y al momento que sean validadas se estaría convocando por parte del Instituto Nacional Electoral, a la Consulta de Revocación de Mandato, que se celebraría el 10 de abril de 2022, con una participación requerida del 40% del padrón de electores para que esta sea vinculante.
Si el porcentaje de participación requerido se logra, esto se traducirá en una gran batalla ganada por los ciudadanos y un precedente para que la clase política y los partidos se den cuenta de que la sociedad se puede organizar y tendrá en la mente llamar a cuentas a futuros gobernantes, recuperando los ciudadanos ese gran poder de juzgar si se desempeñaron bien o si hicieron las cosas mal.
La sociedad, en diversos momentos, ha puesto su esperanza en diversos mecanismos democráticos de participación, ello con la intención de transformar y mejorar su realidad; sin embargo, al percatarse de que no tuvieron la eficacia esperada, han perdido la ilusión de un mejor rumbo, ejemplo de ello va desde la participación copiosa en las elecciones, mismas que se han envuelto en escándalos de fraudes, la ilusión de sacar al PRI de Los Pinos y ver ahora, partidos contrarios coaligados, para mantener sus privilegios como clase política, hasta lo que en su momento fueron las candidaturas independientes, que como dice el periodista J. Jesús Lemus en el portal Reporte Índigo: “La franquicia independiente quedó totalmente desprestigiada, luego del papel político desempeñado por estos candidatos, que terminaron estrellándose contra la realidad”, por lo que ahora un instrumento, con reconocimiento institucional, dota de un gran poder al ciudadano para participar, opinar y profundizar en otras herramientas de democracia participativa.
No podemos perdernos en el falso debate de si este proceso beneficia a Morena o a AMLO. El fondo de este asunto es perder miedos y empoderar a la ciudadanía, es decir, el día de hoy estamos con la posibilidad de poner freno al avance del poder sobre los derechos de las personas y así quitarle legitimidad a esas desviaciones en las que ha caído la clase política; si bien es cierto que no es la panacea o la fórmula mágica, siempre es deseable vivir en un país donde los diálogos entre gobernados y gobernantes, sean lo más horizontales posibles, con un contrapeso ciudadano, al poder gubernamental.
Durante mucho tiempo, los gobiernos han comparado a México con los países de la OCDE. Dichas comparaciones han sido a conveniencia de las reformas estructurales que se han gestado en nuestro país, pero se han omitido las comparaciones en materia de desarrollo democrático y participación ciudadana, aspectos que a la par de la economía y el desarrollo social son importantes para alcanzar el bienestar y mejorar la realidad de millones de personas en nuestro país.
Podemos concluir que lejos de filias y fobias que pueda generar el presidente Andrés Manuel López Obrador, hoy por hoy, es necesario perder el miedo y hacer efectivas las herramientas de participación, para que la ciudadanía sea tomada en cuenta y que se construya un panorama más promisorio para la gente y así construir la posibilidad de llamar a cuentas a los gobernantes en turno, oportunidad que no se ha tenido antes, aún cuando ha sido más que evidente la impunidad de mandatarios que han saqueado al país, que nos han endeudado, y que han hecho estafas maestras en perjuicio de todos los mexicanos, sin que se pueda hacer nada. Por ello, es claro que si los ciudadanos nos atrevemos y nos organizamos para que se realice esta consulta, definitivamente nos pondrá en un lugar privilegiado como nación, cobraremos como sociedad un gran poder y será el gran tema que pondrá a temblar a muchos que aspiran a gobernarnos. Por ello, hay que participar y exigir de manera permanente que se instaure una democracia que amplíe a participación del ciudadano.