Oscar Cabajal
No es un secreto para nadie que la tensión entre la sociedad que integra la “4T” y el Instituto Nacional Electoral, va subiendo de nivel conforme pasan los días, al grado de llegar ya, a las denuncias penales en contra de las consejerías que integran al Consejo General. Hecho que se derivó de la llamada “pausa a la revocación de mandato”, el acto de participación ciudadana más grande que pueda darse en la historia de México.
Las elecciones presidenciales de Costa Rica, Brasil, y Colombia, se suman a las renovaciones presidenciales que desde 2018, en 13 celebradas, 12 han decidido cambiar de partido en turno; esto también contiene el ingrediente de pandemia, como también, puede ser la manera en que viejos conocidos como Lula Da Silva de Brasil y la victoria por primera vez de la izquierda en Colombia, marquen el complemento de la “Marea Rosa Latinoamérica”.
Sin duda, los órganos autónomos electorales son un pilar dentro de la democracia. Generan certeza, neutralidad y equidad, esto, tomando en cuenta que se encuentra de manera aislada de los órganos de gobierno, lo que nos permite, considerar que no están a disposición de un mandatario o grupo que genere distracciones y atente contra la democracia. En ese mismo sentido, no se ha terminado de entender que la revocación de mandato es un ejercicio popular ciudadano, que no debe ser politizado ni promovido por otro ente que no sean los aprobados por la ley, es decir, el Instituto Nacional Electoral.
Pero ¿el 2022 tiene un latente movimiento democrático polarizado? Se podría decir que sí, originado desde las posiciones gubernamentales. Debemos recordar que en 2021 las elecciones llevadas a cabo en Nicaragua no han sido aprobadas por los organismos electorales internacionales, al igual que las llevadas a cabo en Venezuela y que, para rematar, la democracia en Estados Unidos va en decrecimiento.
La polarización de las ideologías frente a la manera en que se ejecuta la democracia en los diferentes lugares de América, puede ser una bomba de tiempo que nos demuestre una vez más lo mucho que significa no ser radical o extremista, por más que seas de izquierda o derecha.