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#ENTRELÍNEAS // Ejército, maniatado y humillado; ¿cómo debió actuar en Nueva Italia?

Por Héctor Tapia

En una escena que parece increíble, pero cada vez más frecuente, civiles armados de la zona de la llamada Nueva Italia, en Tierra Caliente, humillaron y persiguieron a militares, retándolos, y ante la falta de una respuesta de los elementos de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), los exhibieron, aunque algo me hace pensar que cualquiera que haya sido la respuesta que hayan tenido los elementos del Ejército, hubieran sido exhibidos y puestos contra la pared.

Me explico.

En la breve escena que circula en video en redes sociales se puede ver un convoy de camionetas con civiles armados, fácil pensar que integran grupos delincuenciales, que van persiguiendo a otro convoy de elementos del Ejército.

El audio ambiental del video es claro. Se escucha el grito constante de “¡tírale, puto!, ¡tírale, puto!”, gritos provenientes del grupo delincuencial.

¿El Ejército pudo repeler la evidente agresión?; claro, tenía la capacidad armamentística para hacerlo. Entonces, ¿por qué no lo hizo?

La intención del grupo delincuencial era clara: exhibir la falta de respuesta.

¿Qué hubiera pasado si el Ejército, con su capacidad de fuerza, hubiera repelido las agresiones?, la zona se hubiera convertido en una masacre, sin duda. Pero a diferencia de las masacres que provocan y dejan entre sí los grupos delincuenciales, esta sería ocasionada por elementos militares.

El Ejército se ha convertido en una triple víctima del narco, de las instituciones y de la misma sociedad, y lo ha llevado a ser coyunturalmente un cuerpo armado de adorno, dejándolo en riesgo permanente, con efectos mayores a largo alcance que a corto plazo.

Esta posición maniatada en la que se encuentra el Ejército mexicano si bien de entrada evita que haya masacres a manos oficiales frente a los cada vez más descarados movimientos y operación delincuencial, a largo plazo manda un mensaje no sólo de tolerancia hacia estos grupos que operan al margen de la ley y que tienen sometidas poblaciones enteras, a largo plazo también podrían minar y restar la autoridad que tiene esta institución que, hay que decirlo, es de las que mayor credibilidad tienen en el Estado mexicano.

Estos grupos delincuenciales operan con total impunidad, y si bien está claro que la violencia no se combate con violencia, también es cierto que los simples programas asistenciales en las zonas de conflicto tampoco lo harán, ni tampoco a largo plazo.

No es con más presencia militar cómo se revertirá la ola de violencia y tampoco mermará el crecimiento de estos grupos delincuenciales, eso también ya está demostrado.

Un aspecto que no se ha observado como prioridad en la lucha contra la delincuencia, que se ha olvidado o dejado de lado, es investigar, encarcelar y desmantelar toda la estructura de protección social, político y empresarial hacia estos grupos delincuenciales. Aspecto que no exige la utilización de armas, pero sí la contundencia del Estado. Con ello se podría también avanzar en el desmantelamiento de los grupos delincuenciales.

Regresando al punto de partida. Si el Ejército hubiera confrontado con violencia a los grupos delincuenciales, seguramente la sociedad se hubiera volcado contra ellos, dado que, como dije, la intención de exhibir su reacción era evidente, y hubieran quedado también en una situación compleja.

¿Cómo debió reaccionar el Ejército?

Héctor Tapia. Director General de Metapolítica.mx, reportero en Medios Radiofónicos de Michoacán y analista político en Canal 6 Media Group.




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