Por José Irán Moreno Santos
El próximo domingo 5 de junio se llevarán a cabo elecciones para gobernador, ayuntamientos y congresos locales en los estados de Durango, Quintana Roo, Aguascalientes, Tamaulipas, Oaxaca e Hidalgo.
Según los últimos sondeos opinión, le otorgan a la coalición encabezada por Morena el triunfo electoral en cuatro estados (Oaxaca, Hidalgo, Tamaulipas y Quintana Roo) y dos a la oposición encabezada por Acción Nacional (Querétaro y Durango).
Otros comentan fuera de las encuestas que Durango puede ser ganado por Morena con una diferencia mínima de votos y que puede llegar hasta los tribunales electorales.
¿Quiénes ganan y quiénes pierden en esta elección? Yo afirmo de manera categórica que pierden los ciudadanos de estos seis estados, la democracia y el sistema de partidos.
Los ciudadanos pierden, porque las opciones presentadas por Morena, Acción Nacional y Movimiento Ciudadano no hicieron propuestas a los electores de desarrollo social, político, económico y cultural para el Estado que quieren gobernar.
Todos los candidatos y candidatas han hecho propuestas genéricas tomadas de sus manuales nacionales, como son de manera errónea combate a la inseguridad, generación de empleos, combate a la corrupción y cambio por el mal gobierno en esas entidades.
Si gobierna el PRI, Morena promete trasladar los programas sociales a lo local, cosa que ya se está haciendo, si gobierna el PAN, Morena promete gobernar para los más pobres y brindará apoyos a esos sectores ofreciendo y presumiendo su cercanía con el gobierno federal.
La oposición tampoco tiene propuestas locales que les permita diferenciar su propuesta con respecto a las que propone el partido del gobierno, sus candidatos solo repiten las propuestas de cuestionamiento nacionales para ofrecerle al electorado, que ellos no son autoritarios, que no van a reducir los presupuestos para salud, que reabrirán las escuelas de tiempo completo, que apoyaran a las mujeres en situación de violencia, que fortalecerán a las policías estatales para enfrentar con balazos sin abrazos al crimen organizado y que si votan por ellos fortalecerán la posibilidad de que en el año electoral presidencial del 2024 Morena pierda la presidencia de la República, y como diría el clásico: “¿Y la Cheyenne, apá?” .
Es decepcionante porque las coaliciones electorales de ambos lados del espectro político no proponen independencia financiera del estado, en donde a partir de un buen análisis local se identifiquen a las principales empresas nacionales y extranjeras a fin de se les proponga un impuesto para el desarrollo y crecimiento de la entidad, porque no proponen universalizar derechos en el ámbito local, ya que teniendo una recaudación extra de lo local pueden otorgar servicios de salud, educación y vivienda a sus ciudadanos. Hubiera sido muy grato escucharlos proponer ampliar y construir más escuelas para que toda las niñas y los niños de la entidad finalmente puedan acceder a la educación desde la básica hasta la universidad. Ningún candidato ni del partido de gobierno y de la oposición proponen fortalecer el municipio y otorgarle facilidades para que en la medida de lo posible puedan obtener recursos propios, tampoco se escuchan propuestas de regularizar al comercio informal, créditos a los pequeños y medianos agricultores, empresarios y emprendedores. Tampoco hay una propuesta de fortalecer el sistema judicial local para que los procesos y delitos que se cometan en el ámbito estatal sean atendidos expeditamente y el ciudadano se sienta con la confianza de denunciar cualquier tipo de delitos, ningún candidato propone ser más estricto en el cumplimiento de la ley y hacer que su ciudadanas y ciudadanos participen en el desarrollo económico político y social de la entidad.
Donde hoy hay proyectos federales, no hay una crítica. Sería muy responsable explicar por qué esos proyectos deterioran el medioambiente, separan comunidades y atentan contra el tejido social.
Es muy lamentable porque la ciudadanía pierde y no hay una concepción democrática de gobernar esas entidades, sino que están en función solamente de esperar que el gobierno resuelva y ellos sólo administren lo poco que obtienen de recursos federales y estatales, sin un proyecto estatal de desarrollo de corto mediano y largo plazo.
Pierde la democracia porque los candidatos que quieren ser gobernadoresm presidentes municipales y legisladores sólo buscan obtener el espacio, pero no están dispuestos a abrir los gobiernos a la opinión de sus ciudadanos, que las decisiones fundamentales que se vayan tomando sean consultadas, donde los presupuestos que se propongan tengan un efecto territorial claro, donde los ciudadanos de esa entidad no solamente sientan que están siendo considerados, sino que asuman la responsabilidad colectiva de desarrollar y de aportar al crecimiento, la paz, la justicia, la solidaridad de sus comunidades, municipios y Estado. Por eso pierde la democracia.
Pierde el sistema de partidos porque los ciudadanos ante no ser considerados en el proceso de toma de decisiones para el desarrollo de la entidad. Los partidos solamente buscan el poder para ser clientelas, tener recursos y acumular fuerzas para competir en el próximo proceso electoral federal y destituir al partido de gobierno nacional, no hay discusión ideológica, no hay propuestas programáticas, no hay acercamiento con los sectores sociales, sindicatos locales, grupos empresariales, grupos de la sociedad civil, grupos de derechos humanos y ambientalistas; simplemente plantean políticas genéricas que no resuelven los problemas de la entidad. Los partidos estatales no funcionan porque creen que con propuestas nacionales pueden resolver los problemas locales y por lo tanto el sentido de democracia no existe, y no existe porque los representantes populares son representantes de gobierno, y los partidos que deberían ser las correas de transmisiones para que la ciudadanía se sienta representada, para que la ciudadanía se sienta parte de un proyecto estatal, son sólo sucursales locales de partidos nacionales en decadencia. El partido, siendo un instrumento único para acceder al poder, no se ha utilizado democráticamente para llevar la voz de los que no tienen voz y para representar al conjunto de sus sociedades, los partidos hoy más que nunca requieren un cambio profundo. Se hace necesario que se federalicen, democraticen, que si bien tienen un referente nacional, puedan tener la posibilidad real y objetiva de procurar construir un proyecto estatal de nación, que contribuya conjuntamente al proyecto político nacional de su partido. Deben liberalizar las candidaturas para que sus militantes y simpatizantes puedan elegir a la mejor y al mejor candidato municipal, al Congreso local a gobernador, que puedan realizar elecciones internas locales para elegir a sus delegados estatales al congreso local, para que puedan elegir a sus candidatos municipales y que puedan conjuntamente con el nacional, sin clientelismo, proponer una forma diferente de gobierno. No todo es el centro, no todo son los partidos nacionales, es momento de pensar si se quiere llegar al gobierno con mayor fuerza y fortaleza, los partidos deben reinventarse y esto no es nuevo simplemente, es que en México los dirigentes de los partidos que son dueños de los mismos deben dar un paso a un lado y apoyar la construcción democrática de organizaciones que verdaderamente representen los intereses de las poblaciones, de los territorios, de los municipios de las comunidades, del estado en el cual cotidianamente trabajan estudian y resuelven problemas.
Sin esta cirugía que requieren los partidos tanto de la oposición como del gobierno no podremos tener una democracia efectiva y consolidada, sino proyectos nacionales en donde no están representados los ciudadanos. Estas experiencias si no se atienden pronto, tendremos una mayor descomposición del sistema de partidos hoy existente tanto desde el gobierno como desde la oposición.
Quienes pierden en la próxima elección: los ciudadanos, la democracia y el sistema de partidos; no gana quien gane cuatro o cinco de las seis elecciones, pierde el país, pierde el Estado, pierde el municipio, pierde el ciudadano.