Por Héctor Tapia
Hay dos escenarios riesgosos posibles que está por enfrentar Morena, a menos de dos semanas de que lleve a cabo sus asambleas distritales para elegir a su nuevo Consejo Estatal, paso preliminar para la elección de una nueva dirigencia estatal.
El primero tiene que ver con posibles escenarios de violencia que se puedan generar durante la realización de las asambleas, en tanto que el segundo tiene que ver con la anulación del proceso interno. Explico cada uno de ellos.
En ambos casos, a mi consideración, la causante derivaría de la apertura “excesiva” y sin discriminación de quiénes podrían participar en estas asambleas; cualquier persona mayor de edad y con identificación podrán acudir a votar por los consejeros que se registren.
Incluso militantes o afines a la oposición, es decir, perredistas, panistas y priistas podrían ir a votar; pero no ser votados, es cierto, aunque sí participar en la elección de los consejeros estatales de Morena.
Esto de por sí supone diversos riesgos: uno es que agentes externos puedan violentar las asambleas para hacer quedar mal al proceso interno; y dos, que los resultados que se obtuvieren vengan cargados de intenciones externas más allá de Morena.
Esta consideración de apertura indiscriminada del partido ha abierto una coyuntura que es aprovechada por activos morenitas, e incluso funcionarios de gobierno estatal, operadores natos, que a través de acuerdos con operadores de otros partidos, logren llevar la mayor cantidad de participantes posibles para las asambleas.
Por supuesto, esto ha generado ya una serie de confrontaciones internas, porque se advierte una conjunción de “esfuerzos” y “estructuras” operadas desde ciertas áreas del gobierno estatal que podrían descomponer el proceso interno.
Hasta el momento, diversos grupos y liderazgos de Morena han identificado que esta operación para construir un consejo estatal y una dirigencia a modo provienen de secretarías como la de Gobierno, la de Salud, entre otras dependencias estatales.
Esta circunstancia particular, adelantan, estará siendo denunciada ante la Comisión Nacional de Honestidad y Justicia (CNHJ) de Morena durante esta semana, para impugnar o señalar las intromisiones y excesos en que han estado incurriendo varios actores incrustados en la estructura de Gobierno del Estado, en posiciones de primer nivel.
En lo que respecta a los escenarios de violencia que pudieran librarse durante las asambleas, derivan justamente de la intromisión de estos grupos en la votación que se librará. La duda es ¿tendrán previstos los mecanismos para prevenir, pero sobre todo para contener cuando esto suceda?
El segundo escenario, de la posible nulidad del proceso, hay elementos que harían pensar que la impugnación es inminente; una parte, por la excesiva apertura y falta de controles en las asambleas, y la intromisión de la estructura de gobierno del estado en el proceso interno; sin embargo, el éxito de esta ruta dependerá única y exclusivamente de la pericia que tengan los inconformes al argumentar los procedimientos, ya sea tanto ante la Comisión Nacional de Honestidad y Justicia de Morena como ante los mismos Tribunales Electorales.
Lo cierto es que conforme se acerca el día de las asambleas, la tensión al interior de Morena crece; ya hay rudas fricciones entre diversos actores y seguramente estas posturas irán escalando de tono. ¿Abonarán todos estos actores a que este proceso se libre con altura de miras o se impondrá el deseo de apoderarse de la mayor cantidad de posiciones en el Consejo estatal para continuar con la dirigencia del partido, que se define el 6 de agosto?