Por Héctor Tapia
En Morelia la mayoría de las representaciones de los los partidos políticos están muertas, dormidas o no existen. Hay excepciones, pero en su mayoría están en un letargo profundo que, incluso se ha extendido por años.
Cada partido político tiene sus procesos organizativos internos muy particulares, y en esa ruta establecen sus prioridades, sus esquemas de trabajo.
La razón de ser de cada partido, o mejor dicho su subsistencia, radica fundamentalmente en el voto, por lo que sus esfuerzos van encaminados al convencimiento del elector de que tienen las mejores propuestas frente a los grandes problemas que enfrenta la sociedad en su conjunto.
Sin votos, sin respaldo ciudadano, no tendrían registro, y sin registro no hay prerrogativas, recursos públicos que les permite seguir operando para seguir seduciendo al electorado a seguir votando por ellos y sostener los registros y a su vez incidir desde los distintos espacios de decisión en la toma de decisiones. Ese es el círculo.
Y, es necesario decirlo, para obtener el voto se requieren estrategias de campo, de tierra, que permitan salir a los partidos al encuentro con el elector en el territorio, hacer redes estratégicas que les permitan llegado el momento proporcionar el voto a su favor una vez que haya procesos electorales concretos.
En este contexto todos los partidos políticos con representación en Michoacán tienen su estrategia específica para emprender actividades específicas encaminadas a fortalecer sus estructuras; algunos con mayor efectividad que otros. Unos actúan cuarto para las doce, es decir a un paso de los procesos electorales, y otros trabajan con cierta constancia para un proceso electoral una vez que concluye el inmediato anterior.
Aún con esto, los partidos políticos con representación en Michoacán han reflejado, en su gran mayoría, no tener mucho interés en atender territorialmente a Morelia, la capital michoacana; o no se atienden con la seriedad y contundencia que demanda una ciudad que representa electoralmente el centro más relevante.
Digo que hay cierto desinterés en apariencia, porque muchos de los partidos están atenidos y confiados en las estrategias y campañas que emprenden sus dirigencias estatales, cuando las tienen; pero sus representaciones municipales están desaparecidas, y sus titulares o coordinadores, casi todos, se han convertido casi en becarios que están plenamente sujetos a lo que haga y deje de hacer su dirigencia en el estado.
Ante esto hay partidos que han decidido no tener en sus esquemas representaciones municipales, como lo son Morena y el Partido del Trabajo, que apuestan más al trabajo y estrategia que pueda desprenderse por parte de sus coordinaciones o dirigencias estatales.
Por ejemplo, está el caso específico de Fernando Castro, quien desde hace año y medio al frente del Comité Directivo Municipal del PRI; en todo ese tiempo, cuando menos mediáticamente, ha estado desaparecido, y de acuerdo a fuentes internas del partido, la estrategia territorial, ahora encabezada por Guillermo Valencia Reyes como dirigente estatal, el trabajo territorial sigue descansando en los actores políticos que tienen claridad e interés en ser candidatos para el siguiente proceso; es decir, son estructuras sujetas a capricho de sus liderazgos en función de si son contemplados o no en proyectos políticos electorales. Pero como tal no se ha visto una estrategia territorial municipal que avance.
Por el PRD está Nilton Valladares, funcionario municipal en el gobierno de Morelia, que está más enfocado a su servicio público municipal, quizá, que al mismo trabajo partidario. Esto ha generado molestias al interior del partido desde que concluyó el proceso electoral pasado, e incluso hay quienes han pedido su salida de la dirigencia municipal para que haya trabajo partidario con plena libertad. Además de que, de acuerdo a los estatutos, no pueden estar ocupando un cargo público y una representación partidaria.
Por el PAN, quien dirige al partido es Francisco Castelazo Mendoza, quien eventualmente aparece para ofrecer alguna conferencia de prensa y vuelve a desaparecer; pareciera más una posición ganada por alguno de los grupos internos del partido, posición que representa un lugar a la hora de asambleas donde se toman otro tipo de decisiones, como las candidaturas llegado el momento.
Paradójicamente hay visiblemente dos partidos que desde ya se observan trabajando en la organización territorial, uno con más experiencia que otro; son dos partidos emergentes en Michoacán, se trata del Verde Ecologista y Movimiento Ciudadano.
Por un lado está el partido naranja, que sólo ha diseñado estrategias para rebasar apenas el mínimo requerido para sostener el registro; y se enfocan a ciertos lugares para ganar votos consiguiendo algunos candidatos relativamente rentables. Y en este aspecto han descuidado a Morelia.
Actualmente dirige a este partido Andrea Ávila, una joven que tiene interés en la vida política, pero está a expensas de un partido que ha dejado claro que sus prioridades no están en la capital michoacana.
En tanto que por el Verde Ecologista, es un partido que paulatinamente ha venido creciendo, no sólo en el estado sino también en la capital michoacana; este partido ha pasado de 2 mil a 22 mil militantes en las últimas dos elecciones en la capital michoacana, mientras que su proyección estatal es la de alcanzar 52 mil personas al mes de diciembre.
Frente a este panorama, es preciso señalar, si bien no es incorrecto apostar a una estrategia unificada por las dirigencias estatales, lo cierto es que enfocar las actividades tomando en cuenta lo municipal les permitirá afianzarse frente al siguiente proceso electoral, el peso específico que tenga cada partido en cuanto a estructuras territoriales, sin duda, incidirá a la hora de sentarse con otros partidos a la hora de construir una coalición y en consecuencia la selección de candidaturas.
