Por Martín Equihua
¿Podría “El Metralleta” o “El Tartamudo”, alias Genaro García Luna, o al revés, ascender del embudo del infierno al paraíso de los exculpados, sin pasar siquiera por el purgatorio de Dante? Acortado el juicio de Nueva York, la parte acusadora podría cerrarlo hoy con broche de oro, con el testimonio irrefutable del personaje conocido como “Rey” Zambada, quien en otro juicio célebre, afirmó que personalmente entregó al exfuncionario, ardientes sobornos a cambio de protección.
De no cuajar el dicho “significativo” de hoy, el alegato se debilitará y podrá terminar por exculpar al ex secretario de Seguridad Pública. Esto a pesar de la novelesca de engaños y traiciones de la que han dado cuenta 25 declarantes bajo juramento de decir verdad, entre delincuentes descarados y camuflados; ex policías y funcionarios de uno y otro lado de la frontera, quienes han develado la trayectoria oculta de “El Metralleta”, y que puede leerse como un moderno descenso por los nueve círculos del infierno descritos en la Comedia de Dante; es decir, un gradual descendimiento desde la ambición y gula de poder y dinero, pasando por violencia desmedida y traición a la patria y a la vida de agentes fallecidos creyendo que hacían el bien, nivel máximo de la maldad castigada en el averno, en la obra maestra del poeta florentino.
Y es que en el infierno descrito en la Corte de Nueva York, entre otros por el delincuente confeso y ex funcionario de la justicia mexicana apodado El Diablo, ha salido a relucir hasta el nombre del ex presidente Felipe Calderón, como el vértice de ese huracán ya no de almas sufrientes, sino de traiciones y simulaciones que, entre otros saldos, dejó la muerte violenta de decenas de miles de jóvenes, uniformados y civiles, sin saber que fueron víctimas de esquemas de corrupción y traiciones a la patria, que no deberían repetirse.
En García Luna y su red de corrupción entre narcos, empresas, políticos, policías… se representa la escala toda de pecados sancionados en los círculos que Dante recorrió de la mano de Virgilio, el poeta latino a quien consideró su maestro. Lujuria e ira; avaricia y gula; homicidio y tiranía; fraude y violencia; traición y más traición, a sus familias, a la patria y a los benefactores, como esos soldados y agentes que ofrendaron su vida, creyendo que hacían el bien a México, bajo una genuina estrategia de guerra contra el narco que terminó siendo un engaño monumental.
En la urbe de hierro, el juez ha pedido que no se hagan más señalamientos al cartel de Sinaloa, ni a la trama de narcotráfico y funcionarios coludidos, sino acusaciones directas al acusado y la exhibición de pruebas largamente anunciadas por la fiscalía. Por eso se ha acelerado el juicio, al grado que podría concluir esta misma semana, después de que hoy la Fiscalía presente al “Rey” Zambada y que tal vez mañana, pueda testificar el mismísimo “Metralleta” o “Tartamudo”, lo que se antoja improbable.
Como se ha dicho, de la trama descrita en testimonios, “El Tartamudo” representa como pocos, esa gama de corruptelas y personajes castigables en el embudo del infierno, desde el clásico agente de tránsito que descarada y cotidianamente pide su mordida; hasta el magistrado que gusta de plumas y relojes y finos; o el empresario que quiere ahorrar trámites, o que da mordida por fuera, una vez que ha sobrevaluado sus servicios. Representa el acusado señor, a los políticos que deliberadamente mienten, a los que solo buscan servirse de la posición que ocupan, a cuenta del erario. Representa pues “El Metralleta”, a todos los corruptos y corruptas, desde los funcionarios coloniales que no pedían que les dieran sino que los pusieran donde hubiera, hasta Salinas Pliego que, iracundo y muy ofensivo, tuvo que pagar sus impuestos.
El atractivo infierno
Cuando hace más de 700 años Dante Alighieri empezó su Comedia en el exilio de Florencia, sabía ya que el mal suele tener más atracción en la literatura y en el chisme humano. Por eso empezó su propio viaje en el infierno. Un recorrido por las grandes pasiones de siempre, los temores de siempre, los monstruos que, con el tiempo, van cambiando de máscara.
Desde niño en la antigua vecindad a donde llegó a vivir, a García Luna le generó atracción el cuartel del servicio secreto ubicado justo frente a su múltiple vivienda. Pronto se convirtió en mandadero de tortas y refrescos para los agentes que muy temprano le abrieron las puertas de su infierno. A la par, empezó de asalta casas, y desde ahí, bajo la tutoría de algunos policías encubiertos, se encaminó hasta llegar al Centro de Inteligencia en Seguridad Nacional, desde donde empezó a tejer su trama que lo tiene ahora en un banquillo de Nueva York.
Hoy se juega la esperanza de que se subrayen culpas; de que se desee la justicia y se ilustre con consecuencias el castigo a las acciones de violencia y traición. El jurado que tendrá que resolver por difícil unanimidad, tiene la palabra, aunque, para gusto de muchos, no parece que se hayan presentado aún, pruebas contundentes. Así, se torna real la posibilidad de que, una vez más, el mal se quede sin castigo y el bien sin un premio, es decir, sin infierno ni paraíso.
Escenario que por desgracia se ve todos los días con el corrupto e ineficiente Poder Judicial mexicano que, nada menos, en días pasados falló en favor de Cárdenas Palomino, ex policía torturador, corrupto y brazo derecho de “El Metralleta”. Pero bueno, a esperar a ver qué dice el “Rey”.
P.D. Con más de mil asistentes en auditorio uruapense, Claudia Sheinbaum ofreció conferencia virtual sobre políticas que instrumenta en la Ciudad de México. El anfitrión fue el Ayuntamiento, por lo que una y otra vez, se insistió en el carácter institucional de la charla. Gran convocatoria, sin duda, por lo que, ante el rumor de posible alianza de otras corcholatas y taparoscas, sobra quien diga que, “como quieran, solos o agarraditos de la mano… Claudia va”.