Por Jaime Márquez
El obispo de Apatzingán Cristóbal Ascencio García se metió de lleno a la política, al lanzarse contra el Presidente Andrés Manuel López Obrador, por la celebración de los cinco años del triunfo como candidato presidencial.
Durante la homilía de la Misa Dominical, en la Catedral de Nuestra Señora de la Asunción en Apatzingán, el obispo criticó el actuar del presidente, pidió un día de luto nacional y que debería pedir perdón en lugar de celebrar.
Al igual que un dirigente de partido político se desahogó ante la feligresía con sus críticas al Presidente de la República, por lo que es evidente que ha extralimitado en sus funciones. No le interesa la fe, sino la política.
Ya encarrilado el proceso electoral para elegir candidatos en 2024, tal vez sea la oportunidad para que el obispo cuelgue la sotana y se meta de lleno en forma directa y legal la actividad política, para que lance sus mensajes desde las plazas y no desde el púlpito, porque la gente va misa a recibir mensajes bíblicos, no ha escuchar discursos políticos.
Otro sacerdote; por cierto, suspendido para oficiar misa, Gregorio López Gerónimo, conocido como el padre Goyo, a raíz del asesinato de Hipólito Mora se lanzó contra el mandatario estatal, con una serie de descalificaciones estridentes y ataques. Lo paradójico de esto es que el propio obispo notificó mediante oficio del castigo sobre el padre Goyo, el pasado 21 de diciembre del año pasado.
No es menor que varios sacerdotes en el país se han pronunciado por un diálogo directo con el crimen organizado; otros, como en la entidad, desafortunadamente se han convertido en voceros de los delincuentes.
En este resurgimiento del clero que busca meterse en la toma de decisiones por medio de la actividad política, no podemos perder de vista ni olvidar; porque son hechos históricos, el nefasto papel que jugaron tras las medidas que tomó Benito Juárez, al decretar la separación de bienes de la iglesia y el estado, la nacionalización de los bienes del clero, la libertad de culto y la creación del Registro Civil. Incluso, durante la invasión francesa, fueron promotores, junto con unos ricos hacendados, del arribo de Maximiliano como emperador a México.