Por Héctor Tapia
Acción Nacional en Michoacán tiene meses en mutis no sólo sobre los temas coyunturales más importantes para el estado, sino que también, cuando menos así lo refleja, mantiene cierta inoperancia política y ha fomentado sólo el sectarismo hacia un solo grupo político.
Esta posición puede ser muy peligrosa para este partido político, sobre todo de cara a lo que está por venir, que es el proceso electoral 2024, que inicia formalmente en seis meses.
El grupo que ha asumido el control político del partido, y sus organismos de decisión política interna, tiene tiempo que generaron molestias internas, de diversos actores, y ya ha comenzado a tener sus consecuencias.
De primera vista la renuncia única de Oscar Escobar Ledesma, actual diputado local, y exdirigente estatal de ese partido, no debe minimizarse, no por la figura sola del legislador por el distrito de Tacámbaro, sino por los alcances de esa determinación.
Escobar Ledesma migró a Movimiento Ciudadano tras un diálogo sostenido por meses con la dirigencia nacional de esa fuerza política.
Para los panistas, liderados por José Manuel Hinojosa Pérez, también exdirigente estatal, y líder de facto del grupo que sostiene el mayoritario control del PAN Michoacán, esta renuncia es “menor”.
Lo que no advierten es que Movimiento Ciudadano, pese a los liderazgos locales del partido naranja, se ha abierto como una posibilidad para aquellos panistas que están inconformes con el totalitarismo que persiste en su partido y que si no ven posibilidades de avanzar en sus proyectos políticos, estarían también tomando la decisión de dejar al blanquiazul.
Lo que hay frente al PAN, o fuera de él, es un partido político (Movimiento Ciudadano) que está creciendo en las preferencias electorales, que quizá no se advierta un crecimiento sustancial para el 2024, pero sí de cara a los procesos del 2027 y el 2030, donde las posibilidades –se prevén– irán aumentando, frente a un Morena que sigue siendo fuerte.
Este control y totalitarismo en Acción Nacional Michoacán está orillando a muchos panistas a voltear a ver al frente, a un partido que –se entiende así– decidió sacrificar parte del proceso electoral 2024 (y el 2023 en Coahuila y Estado de México), en aras de “defender” su marca yendo solos para lavar su reputación de cara al 2024 y posteriormente el 2030, e intentar llegar fortalecidos.
