Por Jaime Márquez
No es novedad que los niveles de lectura en el estado y en el país son muy bajos y; peor aún, lo poco que se lee no se comprende.
En las distintas pruebas internacionales estandarizadas; hoy denigradas, Michoacán fue calificado varios años con 4 de calificación en materia de lectura, tanto en secundaria como en bachillerato.
En tanto, encuestas de lectura realizadas arrojan que menos del 12 por ciento lee. Entre los jóvenes de 12 a 17 años, 30 por ciento dice que no les gusta leer, 61 por ciento que “no tiene tiempo” y 48 por ciento afirma que nunca ha acudido a una biblioteca.
Por su parte, el Inegi en el Módulo de Lectura (Molec) del mes de abril de 2023, sobre los hábitos lectores de libros impresos o digitales, señala que el 40.8 % de la población alfabeta mayor de 18 años, declaró haber leído al menos un libro en los últimos 12 meses. Por lo que ve a la población alfabeta que se declaró no lectora, el estudio resalta que no recibió los suficientes estímulos para la lectura durante la infancia, al contrario de la población lectora.
De ahí que de la población no lectora 83 % declaró que no la llevaban a bibliotecas o librerías, 79.7 % dijo que sus padres o tutores no leían, 68.3% señaló que no veía a sus padres o tutores leer y 60.7% no tenía libros distintos a los de texto en su casa.
En paralelo se ha señalado que tras la pandemia creció el desastre educativo, a la par que se detonaron las enfermedades mentales como el estrés, depresión y la ansiedad. También se incrementó la utilización del internet y las redes sociales, lo que ha generado serios problemas de dependencia debido a la utilización tóxica del teléfono celular.
El problema ha crecido de tal forma que en las escuelas élite, de educación básica en Estados Unidos, prohibieron tabletas y los teléfonos celulares, porque se dieron cuenta que los alumnos no sabían leer, ni sumar, en los grados que ya deberían saber hacerlo, además que se aislaban. En Francia, en 2018 se prohibió la utilización de tabletas, teléfonos y relojes en secundarias en el horario escolar.
Por otra parte, se ha registrado que la atención y comprensión de textos en tabletas o teléfonos, se reducen al menos 30 por ciento en comparación con los libros.
Entre las virtudes de la lectura podemos destacar que incrementa el vocabulario y las capacidades cognitivas, facilita las relaciones sociales, fomenta la imaginación y la creatividad. También estimula y mantiene el cerebro activo, favorece la atención, concentración y memoria, mejora el estado de ánimo y permite desarrollar empatía.Por lo tanto, quienes leen de forma habitual tienen mayor capacidad de comunicarse con los demás, de entender, de argumentar, analizar y criticar.
Por otra parte, los principales problemas que aquejan al sector juvenil son los bajos niveles de educación; la falta de oportunidades laborales; la migración derivada de la desintegración familiar; las enfermedades de transmisión sexual; el consumo de drogas y la captación hacia las filas de grupos delincuenciales. La escasa participación de los jóvenes en la política, es resultado de los bajos niveles de escolaridad.
Ahora bien, el tema en las actuales circunstancias es cómo fortalecer la lectura y cohabitar con la tecnología, que llegó para quedarse y que evoluciona invadiendo espacios, al tiempo que modifica costumbres y prácticas.
Con el Festival Jalo por la Lectura, en preparación, se presenta una oportunidad de oro para poner en el centro del debate la urgencia de apropiarnos de la lectura, como un eje central de la práctica educativa de largo plazo en Michoacán, con el propósito de transitar a mejores niveles de bienestar relacionados con el desarrollo y la cultura.
Para concluir dejo aquí un extracto del prefacio a un diccionario de Jorge Luis Borges:
“Hay quienes no pueden imaginar un mundo sin pájaros; hay quienes no pueden imaginar un mundo sin agua; en lo que a mí se refiere, soy incapaz de imaginar un mundo sin libros. A lo largo de la historia el hombre ha soñado y forjado un sinfín de instrumentos. Ha creado la llave, una barrita de metal que permite que alguien penetre en un vasto palacio. Ha creado la espada y el arado, prolongaciones del brazo del hombre que los usa. Ha creado el telescopio, que le ha permitido indagar el alto firmamento. Ha creado el libro, que es una extensión secular de su imaginación y de su memoria. A partir de los Vedas y de las Biblias, hemos acogido la noción de libros que son sagrados. En cierto modo, todo libro lo es”.