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#ENTRELÍNEAS / Como anillo al dedo…

Héctor Tapia

La pandemia quedó como anillo al dedo, sí, para todos aquellos que inciden en la vida política y pública, así como para sus intereses, ya sea particulares o de grupo; al fin intereses.

Una circunstancia extraordinaria demanda posiciones y acciones extraordinarias, y estas tendrán obligadamente la personalidad de quienes deciden, y también expone las fortalezas y debilidades de cada postura que concurre.

Tiene la capacidad, por sus características, de sacar a flote las diferencias de fondo. Es decir, las posturas producto de la inercia, la superficialidad y doble moral con que se venía tratando la vida pública, se vieron obligadas a cambiar radicalmente.

Por ello es que es pertinente hacer quizá algunas puntualizaciones donde podríamos observar, detenidamente, sin apasionamientos políticos, con la frialdad que otorgan el transcurso de las semanas y el avance de una crisis a la cual apenas entramos, y de la que no hay certeza para cuándo habrá una salida.

Hasta antes de la crisis sanitaria provocada por el COVID 19 la vida pública y política del país traía una inercia; donde la fuerza política dominante tenía la sartén por el mango, basado en ciertos cálculos que ratificaban su predominio, frente a una oposición disminuida y desdibujada, con capacidad de articularse.

Y, al frente del partido en el poder y sus aliados, esfuerzos difuminados que les venía costando construir un frente político con ideas, con propuestas claras y convincentes, así como por una identidad propia.

Las disputas y confrontaciones hasta antes de la contingencia sanitaria parecían estériles  y sin frutos inmediatos.

Por eso insisto que la pandemia sí cayó como anillo al dedo, pero no fue sólo para uno, sino para todos. Por ello, ante un río revuelto, los pescadores han tendido sus redes. Buscan azuzar algunos el descontento, otros abonar al encono, y aunque tengan razón en muchos planteamientos, el objetivo de fondo es simple: aprovechar electoralmente los yerros del presidente, quien, por otro lado, es quien se ha puesto minas en el camino, y la fuerza política que representa también ha incurrido en otra serie de tropiezos que les comienzan a pasar facturas.

Todo se entenderá, por supuesto, a la luz de las correspondientes motivaciones y las bases y objetivos de los respectivos discursos y decisiones, vistos de manera fría. Todos, de fondo, tienen un objetivo político electoral. Pero vamos por partes.

AMLO, los recursos disponibles y los desposeídos

Hace unos días se polemizó sobre un dicho del presidente Andrés Manuel López Obrador, quien refirió que la pandemia había caído como anillo al dedo a la Cuarta Transformación, para poder afianzar los cambios que su gobierno proyecta.

Ha dejado claro que su base son los pobres, y a ellos ha destinado casi la totalidad de sus esfuerzos: créditos, programa alimentario, becas.

Esto tiene dos explicaciones, una social y una política:

  1. En lo social, son los que más desprotegidos están, y garantizar que tengan que comer asegurará cierta certidumbre a este sector poblacional. Más si se les obliga a resguardarse.
  2. En lo político, cuidar desde lo mínimo que es la alimentación a la base electoral en la pobreza, que representa más del 60% de la población significa también garantizar una especie de lealtad que puede traducirse en triunfos electorales.

Michoacán, el PRD, la desesperanza y el protagonismo

Desde Michoacán el gobernador Silvano Aureoles ha buscado anticiparse a las medidas, identifica perfectamente que uno de los problemas, o el principal talón de Aquiles del gobierno federal, es la planeación, o quizá su incapacidad de comunicar asertivamente las medidas.

Esto le ha dado múltiples motivos, por las agitaciones mismas que provoca la pandemia, para aparecer planteando demandas que a primera vista son legítimas y urgentes, pero, me parece, fuera de tiempo, como lo son la reforma a la Ley de Coordinación Fiscal, así como recursos extraordinarios para el estado, y los adelantos de participaciones.

La coyuntura es complicada para todo el país, y el gobernador lo sabe, por ello pone el dedo en demandas que de entrada parecen legítimas, pero sabe también que el cumplimiento de dichas exigencias resultaría casi lo mismo que imposible. Por ello, desde la estrategia, se busca empujar a que sean el mismo gobierno federal y su fuerza política los que “queden mal”, con el incumplimiento a los planteamientos.

Con todo esto, y aún cuando ha tomado una serie de medidas y acciones en lo local, le ha costado erradicar la imagen de que lo que busca es revertir la imagen negativa que se ha granjeado desde que asumió su administración, y el costo de diversas decisiones le siguen pesando a él y a su partido; que, con todo, advierten una pesada cuesta arriba para tratar de reposicionarse en una pelea que para muchos ya está perdida para el siguiente proceso electoral.

De cualquier forma, al gobierno michoacano y al PRD, la pandemia también le vino como anillo al dedo, porque le dio la oportunidad de “anticiparse”, de intentar reposicionarse mediáticamente con determinaciones como el aislamiento obligatorio, una demanda que más allá de la inconstitucionalidad, el gobierno local leyó bastante bien a partir del “sentir de la población”, el electorado, que sumido en el temor y también en la necesidad de castigo a los irresponsables, ha cedido su derecho al Estado aceptando medidas por encima de la Carta Magna, para tener la sensación de certeza y control de una crisis que se vive. El Ciudadano ha renunciado a su responsabilidad, para no asumirla, y que sea otro el que la vigile y castigue.

Diputados y despensas

Esta crisis también les ha caído como anillo al dedo a los legisladores, tanto locales como federales; una práctica como la entrega de despensas que en tiempos “normales” se vería con crítica, desconfianza y hasta como un oportunismo político, es ahora aprovechada, so pretexto de la crisis, para buscar quedar bien en el electoral.

Bajo este argumento hay senadores que han salido a entregar despensas, aludiendo a acompañar a los ciudadanos en este momento complicad, para que no pasen hambre.

Lo mismo hacen diputados locales, quienes no perdieron la oportunidad de aprobarse la entrega de 40 mil despensas, mil por legislador, que destinarán cada uno a sus distritos, sin más mecanismo de transparencia que la voluntad expresa de que se harán llegar a quienes lo necesitan.

La desesperanza como oportunidad

Ninguno se quiere quedar fuera de la oportunidad electoral que representa la necesidad, la incertidumbre y la desesperación. En este punto muchos criticarán quizá este argumento de que la pobreza y el desamparo sean utilizadas con perspectiva electoral. Dirán quizá que veo de manera mezquina las acciones que “legítimamente” emprenden los representantes populares por beneficiar al ciudadano. Pero es justamente la desigualdad, la pobreza, la marginación, el miedo, la desesperación, aspectos que la clase política identifica como áreas de oportunidad y que sabe aprovechar; algunos con mayor éxito que otros, unos de manera burda y otros de una forma mucho más apegada a la institucionalidad.

Todo quedara como una oportunidad de figurar a partir del “ayudar”; lo cierto es que en esta coyuntura también han estado ausentes, así lo parece, los mecanismos de transparencia y rendición de cuentas, y como la atención se centra en la urgencia, se están dejando de lado las formas y las rutas institucionales, lo que también puede ser el área de aprovechamiento ilícito y el desvío si no hay mecanismos de control, lo que puede llevar a que esta circunstancia se convierta en un caldo de cultivo para la corrupción.

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