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OPINIÓN / ¿A qué viene AMLO a Michoacán?

Por Rafael Malpica / Paralelo 17

El presidente Andrés Manuel López Obrador estará a Michoacán el viernes 26 de junio, y no es un tema menor. Michoacán aún no ha logrado contener los contagios por el virus SARS CoV-2 que provoca la Covid-19, esa que es ya, una inolvidable enfermedad que ha paralizado al mundo con una pandemia de naturaleza e impacto insospechados. La visita, sin duda, es para dialogar con el gobernador Silvano Aureoles, que debe leerse como pararle el alto, hacerle notar el resultado de su gobierno ineficiente, y reencausarlo. Hay evidencias para pensar en eso.

AMLO estará aquí para inaugurar un cuartel de la Guardia Nacional, justo en los momentos en que Michoacán se debate en una lucha sorda por el control del territorio, entre diferentes grupos delincuenciales. Todo Michoacán es un escenario de batalla y se pretende dominar territorio, tráfico, siembra y venta de enervantes; por no hablar de los controles de actividades muy rentables como el secuestro, el aguacate, berries y tala forestal (estas últimas, en tereas como administración de huertas, y pago por derecho de piso). Las cabeceras municipales más importantes (Zamora, Lázaro Cárdenas, Pátzcuaro, Uruapan, Los Reyes, La Piedad, Morelia, Apatzingán), y otras menores, son escenario de la lucha más sangrienta.

En este con texto de inseguridad, también se encuadra el anuncio público de Hipólito Mora, ex líder de las Autodefensas de Michoacán, quien dijo que habría movilización armada y guerra contra el Cártel de Los Viagras, -el grupo delincuencial que controla el municipio de Buenavista y la región-, si se concreta una amenaza contra la familia de Valeria, una niña que hace días fue violada por integrantes de ese grupo delincuencial en La Ruana, cuando repartía comida en su bicicleta.

Además, el presidente viene en un instante en el que el gobierno de Silvano Aureoles prácticamente ha admitido la ineficiencia en la estrategia sanitaria para contener la terrible enfermedad. Esta mañana, el gobernador dijo: “No hay cifras que nos permitan pensar que hemos pasado lo más crítico, el aumento de contagios se ha disparado estas tres últimas semanas de forma muy acelerada”.

Sin embargo, las estadísticas son brutales: hace unas tres semanas se anunció la Nueva Convivencia para Michoacán, y aún no se ha logrado superar la etapa más crítica, y, de hecho, la epidemia sigue en crecimiento. Y la economía está en picada; se nota no por las estadísticas oficiales (que son inexistentes), sino por la parálisis y falta de liquidez en la plaza.

Aquí, desde la primera a la tercera semana de junio se duplicaron los contagios: en la primera el total de casos confirmados fue de 617 personas; en la segunda 963; y en la tercera, mil 76 personas.

Con las muertes es igual: en la primera semana de junio moría una persona cada tres horas; en la tercera se elevó a un deceso cada dos horas. Michoacán presenta 4 mil 650 contagios confirmados y 368 fallecimientos, acumulados desde que inicio el problema.

En Michoacán, la COVID-19 se reporta en 101 de los 113 municipios, ocho de los cuales son de los más poblados. Todos los municipios están en bandera roja y amarilla, es decir, están en máximo y alto riesgo.

En Michoacán, la sociedad hace su parte (la mayor parte), y la mayoría de las y los empleados, las y los trabajadores, las y los empresarios, trabajan firmemente y hay que reconocerlo.

Sin embargo, aquí, la ineficiencia e ineficacia de la estrategia de seguridad y sanitaria del gobernador Silvano Aureoles Conejo, está relacionada con su campaña política personalizada, contra el gobierno de la república, en la que ha hecho alianza con otros gobernadores de oposición, una acción que ha sido ampliamente difundida (¿se usaría dinero público para ello?). Por eso hay que marcarle el alto a un gobernador rijoso, pero incapaz.

LAS OPINIONES VERTIDAS POR NUESTROS COLABORADORES NO REFLEJAN UNA POSTURA EDITORIAL DE METAPOLÍTICA.

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