Si existe una alternativa tangible, real, concreta, efectiva y ya probada para hacerle frente a la avalancha de incertidumbre, resquemor y la actitud hostil provocada por la megalomanía de Donald Trump frente a nuestro país, es justamente el cardenismo, la utopía social y el pensamiento de nos legó el General Lázaro Cárdenas del Río.
Y más allá de las filias y fobias que provoca la enorme figura del General nacido en Jiquilpan, las bases de su pensamiento político, el ejemplo de su Gobierno, las grandes decisiones que asumió como estadista y la habilidad que demostró en el manejo de la política exterior, hacen del cardenismo una especie de manual geopolítico para tiempos de incertidumbre como los que vivimos en México en este preciso momento.
No, no es una broma. Ni mucho menos se trata de una búsqueda romántica para tratar de enaltecer a la familia Cárdenas como los salvadores de la patria. A ellos tenemos más bien que reclamarles el no solo no haber llenado los enormes zapatos del abuelo, sino condenarles su postura acomodaticia de desentenderse de los grandes males del país, y vivir cómodamente a expensas del legado del General. También hay que señalarles sus actos de corrupción y frivolidad, como es el caso del Teatro Matamoros.
No obstante, ante la última gran crisis internacional que vivió México, en 1938 y 1939 tras la expropiación Petrolera, el General Cárdenas dio muestras de una amplia visión de estadista, y por ello antes de que las naciones a las que se expropio la renta petrolera optaran por presionar militarmente a México, Cárdenas del Río hecho mano de lo mejor de sus oficios, y entabló comunicación directa con los líderes del mundo.
Para ejemplo, esta carta que envió al presidente de EUA, Franklin D. Roosevelt, fechada el 29 de julio de 1939. En la misiva, el General mexicano explicaba al creador del New Deal, sus razones para defender la nacionalización de los energéticos:
“La expropiación dictada por el Gobierno de México, impuesta por la rebeldía de las compañías contra las decisiones judiciales y necesaria para conjurar los graves trastornos que ocasionaría la paralización de la explotación de los campos petroleros en los transportes y la industria del país en general constituye un acto legítimo del Gobierno de México, autorizado por sus propias leyes, similares en esto a las de los demás Estados y sancionado, al mismo tiempo, por los principios del derecho internacional”.
El conflicto fue más importante con las industrias petroleras norteamericanas que las inglesas. En efecto, los norteamericanos quisieron que el gobierno mexicano pagara la totalidad de las valores de las riquezas de las fuentes del petróleo, lo que era imposible para México. Entonces, el gobierno norteamericano, como lo había hecho antes el británico, contribuyo a bloquear la exportación de petróleo mexicano. En 1940, el presidente Cárdenas llego finalmente a un acuerdo con las empresas norteamericanas expropiadas. México iba a pagar una indemnización que se pagara parte en efectivo y parte en combustible como fue el caso con la empresa norteamericana “Sinclair”.
Otra de las grandes decisiones que se tomaron en aquella etapa compleja para el país, con el planeta aborde de la guerra mundial, fue el uso financiero del gobierno de Cárdenas. El principal cambio fue que ya no era solo la burocracia la que iba a gozar del gasto público, sino que serviría para el desarrollo económico y social del país.
También, para solucionar los diferentes problemas financieros que había, tal como la inflación, se crearon herramientas institucionales como el banco de desarrollo del gobierno o la nacionalización de algunos sectores económicos, tal como la electricidad o el ferrocarril.
A pesar del periodo de gran depresión que golpeo muy duramente el comercio exterior de México como por ejemplo, la crisis del comercio exterior de 1938, el gobierno logro recuperarlo bastante y la exportación se mejoro. También, lo que llamamos la “utopía cardenista” está relacionado con el proceso de desarrollo que quiso establecer el gobierno de Cárdenas.
Pedro Ángel Palou, uno de los biógrafos del general, destaca que en estos tiempos de incertidumbre, se hace necesario regresar a la historia, para conocer lo que hicieron nuestros predecesores para enfrentar sus retos, así como nosotros debemos enfrentar los nuestros. Palou, lo reseña así: “Nos preocupa el pasado porque queremos entender el presente, porque nos parece que en algo no se cumplió con la tarea. En el caso concreto de este México, estamos viviendo sin el menor contrato social. Hay un absoluto divorcio entre gobernados y gobernantes, el gobierno y los partidos políticos van por su lado y el país por otro, igual las fuerzas productivas. Y es crucial que nos demos cuenta de que se podía gobernar de manera distinta.”
México, si se quiere, no requiere de un nacionalismo simplón, pero ocupa de una postura y una identidad sólida ante las pretensiones hostiles de un sujeto como Donald Trump, y en el México profundo, en el imaginario, en lo más recóndito del orgullo patrio, sigue vigente la figura del General Cárdenas y de su ideario. He aquí una propuesta, por lo menos hay que analizarla.
@gaaelico