El mundo cambia vertiginosamente. La libertad de expresión se enfrenta a nuevas vicisitudes. El desarrollo tecnológico y las herramientas facilitan la comunicación entre las personas, lo que trae consigo grandes beneficios de los que ya hemos hablado, pero también grandes retos.
Y es que la apertura ciudadana a ejercer la libertad de expresión y su derecho a la información y la comunicación se convierte a la par en una “amenaza” para la autoridad que por siglos ha pugnado por la opacidad y el control de la información, en aras de mantener el poder y los ideales de quien lo ejerce.
Si bien la libertad de expresión está protegida constitucionalmente, precisamente para blindarla de las tentaciones del autoritarismo, existen personajes que buscarán mecanismos para vulnerarla.
El conocido juez Brennan sentó precedente judicial destacando que para la existencia de democracia debe haber un debate desinhibido, vigoroso y abierto. Partiendo de este principio entonces la libertad de expresión es un derecho en constante evolución y adaptable a las circunstancias de la sociedad actual, pero que por esas características también se convierte en una amenaza.
Hoy cientos de periodistas en todo el país salieron a las calles a condenar los atentados contra periodistas, profesionales de la información indispensables para la democracia de este país, pero también para el desarrollo de la Sociedad de la Información y el Conocimiento (SIC), porque sin el trabajo del periodista nuestra sociedad corre el riesgo de caer en estados autoritarios y por ende en sociedades mal informadas, parcialmente informadas o desinformadas, es decir, carentes de la materia prima del sistema productivo de la SIC.
El trabajo del periodista contribuye para conocer y registras los acontecimientos que día a día se registran en nuestro entorno y el mundo, derivando en el debate, la formación de criterio, la crítica, la coincidencia, la formulación de tesis para explicarnos nuestra realidad, etc. No podemos permitir más atentados y golpes a la libertad de expresión y a quienes la ejercen de forma profesional, de lo contrario sería tanto como dispararnos en el pie, perdiendo la posibilidad de generar más y nuevo conocimiento.
Hace unos días me llamó la atención el tweet publicado por el presidente norteamericano Donald Trump, señalando “…Maybe the best thing to do would be to cancel all future prees breafings and hand out written responses for the sake of acuracy?” (@realDonaldTrump mayo, 12) ¿Dónde quedó la bandera de libertades con la que se ha venido promoviendo aquella nación? ¿Qué pasó con el espíritu de la 1ª Enmienda? ¿Y los postulados de la libertad de expresión en que se funda la democracia norteamericana?
Sin duda el autoritarismo sigue considerando la libertad de expresión como su principal amenaza. Nuestra sociedad está obligada a defender las libertades conquistadas con ideas, lucha, muerte, sangre y anhelos de una sociedad justa y feliz.