Enrique Ochoa ya decidió limitar lo más posible la lista de oradores de cara a la Asamblea del PRI pautada para el mes que viene. Es una jugada calculada para evitar que el encuentro se descontrole o estallen disidencias al punto de generar una ruptura. Su foto con Manlio Fabio Beltrones en un restaurante capitalino va en ese sentido: enviar mensajes que suavicen los ímpetus de los rebeldes.
En el último acto del consejo político de Ochoa con Alfredo Del Mazo en Edomex los gobernadores del PRI le vaciaron esa reunión al dirigente nacional y solo asistieron mandatarios de baja jerarquía. En Chiapas la dirigencia estatal tiene fuertes problemas con el CEN. En Nuevo León se reflotaron los plurinominales que Ochoa se empeña en eliminar y se liquidó la paridad de genero con una reforma electoral impulsada por el PRI. En Jalisco el presidente Enrique Peña Nieto inauguró instalaciones de la tequilera José Cuervo con la notable ausencia de Aristóteles Sandoval. Finalmente, en Coahuila los Moreira creen que Los Pinos decidirá anular la elección para recomponer la relación de Luis Videgaray con Felipe Calderón.
Son múltiples los cortocircuitos de la periferia hacia el centro. Problemas que pueden aflorar en la Asamblea y que Ochoa quiere neutralizar acotando al máximo la lista de quienes tendrán la palabra. No solo teme de críticas a su liderazgo en el PRI: la inquietud central es que a lo largo de esa semana se de una descripción devastadora de la actual administración, con criticas al gasolinazo, menciones a la corrupción, cuestionamientos al manejo de la relación con EU, etc.
Existe, cada vez con más entidad, una corriente en el Partido que no se resigna a un tercer lugar el año que viene, que busca una renovación de ideas, imagen y conceptos y que quiere un candidato taquillero que ante todo no provenga del gabinete actual. Ivonne Ortega y Manlio Fabio solo son la punta de un iceberg que en la parte no visible aglutina gobernadores, senadores, sindicalistas y líderes sectoriales.
El movimiento previo frente a ese malestar no fue de Ochoa sino del propio Peña: decirle a algunos gobernadores que no está necesariamente interesado en designar al candidato del PRI a dedo. Un primer mensaje para apaciguar los ánimos que llevarían a una ruptura.