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Una izquierda narcisista | Héctor Tenorio

El pasado 30 de septiembre, Alberto Anaya presidente nacional del Partido del Trabajo  tomó el micrófono y se dirigió a los dirigentes estatales de su instituto político, advirtió que ante el posible triunfo de Andrés Manuel López Obrador el próximo año los partidos PRI y PAN podrían unir fuerzas en las últimas semanas de la campaña para respaldar una eventual candidatura presidencial de José Antonio Meade Kuribreña, actual secretario de Hacienda y Crédito Público.
Anaya continuó con su exposición e hizo una analogía de las circunstancias actuales de México parecidas a las que vivió Venezuela en 1998 cuando el comandante Hugo Rafael Chávez Frías se presentó en la elección presidencial como un candidato antisistema y  terminó ganando “Es necesario estudiar como  llego a su fin el bipartidismo de Acción Democrática (AD) y el Comité de Organización Política Electoral Independiente (COPEI),  porque aquí está a punto de pasar lo mismo”.
Para el dirigente petista al final de la campaña del 2006, López Obrador fue un candidato antisistema: “Cuando mandó al diablo a las instituciones”. Recordó que en ese momento Manuel Camacho le preguntó: “¿Qué queremos con este movimiento? Yo le contesté, refundar la república, llamar a una constituyente”. El líder hizo una pausa, “no se logró en ese momento, han pasado muchos años y ahora en Venezuela se está desarrollando la Asamblea Constituyente que va a refundar a esa nación hermana”.
En la sede partidista nadie hizo ningún comentario, les queda claro que se adelantaron los tiempos electorales y coinciden que habrá una elección donde la guerra sucia será la constante; consideraron como muy probable que el bipartidismo llegue a su fin en el 2018.
Fue Reginaldo Sandoval, dirigente estatal en Michoacán quien interrumpió el silencio, “en estos momentos todas las instituciones están sufriendo un agotamiento”, aclaró, que el ejército es el que menos ha padecido este deterioro. Añadió un par de datos interesante: “Por primera vez las encuestas indican que el 50 por ciento de los mexicanos estarían dispuestos a votar por la izquierda”. Hizo una autocrítica señalando que el debate gira en torno a la corrupción y el PT está ausente: “Hay un electorado que no está conforme con la clase política pero debemos ir a buscarlo en las universidades y en las fábricas”.
La reunión concluyó pero algunos políticos se quedaron en la sobre mesa hablando sobre la preocupación que les causa la posible ruptura entre el delegado de la Cuauhtémoc, Ricardo Monreal Ávila y López Obrador ya que el primero se inconformó con la encuesta para elegir al candidato de Morena para Jefe de Gobierno de la Ciudad de México.
Lo cierto es que el zacatecano ya no tenía contacto con el candidato presidencial desde hacía dos meses, por lo tanto, era consciente que su relación con AMLO se había enfriado. A partir de ahí ha montado una campaña para ser revalorado dentro de su instituto político y solo en caso de ser necesario aceptaría la candidatura a jefe de gobierno abanderando al PRD.
Recuerdo que en el 2006 trabajé para el ex gobernador de Zacatecas, en ese entonces coordinaba la campaña presidencial de tabasqueño en tierras michoacanas. Lo caracterizaban dos cosas; su capacidad para ser mediático y su pragmatismo político, López Obrador estaba encabezando las encuestas y en una plática informal él me comentó que los perredistas sacarían más ganancias políticas si seguían siendo oposición, como finalmente sucedió
En lo que no miente Monreal es que enfrenta la decisión más difícil de su trayectoria, podría catapultarlo a los cuernos  de la luna o llevarlo a su tumba.
 

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