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Arte, historia y lucha a 100 años del inicio de la revolución rusa

Al cumplirse este año el centenario de la revolución rusa -el movimiento político que se inició en el imperio zarista en 1905 y que culminó en octubre de 1917 con la expulsión del gobierno provisional que reemplazó el sistema zarista, para establecer la Unión Soviética- la Royal Academy de Londres inauguró una muestra sin precedentes que analiza con profundidad los efectos de uno de los eventos históricos más importantes del siglo XX.
Titulada Revolución: Arte Ruso 1917-1932, la exposición londinense se enfoca principalmente en esos años de gran transformación social y política, que cambió a un imperio gigante gobernado por un autócrata a una república federal socialista.
La muestra se enfoca en el período de la historia rusa entre 1917 -el año de la llamada Revolución de Octubre- hasta 1932, cuando Stalin comenzó su violenta supresión del vanguardismo.

‘Lenin y Manifestación’ (1919), de Isaak Brodsky, muestra cómo la propaganda política fue clave para propagar las ideologías bolcheviques a las masas. Foto:  cortesía de Royal Academy de Londres
Con más de 200 obras excepcionales de reconocidos artistas,  como Marc Chagall, Vasily Kandinsky, Kazimir Malevich y Vladimir Tatlin, además de artistas del realismo socialista, entre ellos Brodsky, Deineka, Mukhina y Samokhalov, el recorrido de la Royal Academy incluye fotografías, filmes, esculturas, afiches, cuadros y objetos de porcelana.
La exposición ilumina una época muy rica en la historia del arte ruso, cuando durante 15 años se abrieron barreras de producción y se generaron posibilidades para crear un nuevo arte del proletariado.  El recorrido tuvo como inspiración la gran muestra de 1932 ideada por el crítico y curador Nikolai Punin para el Museo Estatal Ruso de Leningrado, que presentaba la gran variedad de arte ruso producida en los primeros 15 años desde la revolución.
La exhibición de la Royal Academy fue dividida en varias secciones temáticas, cada una de ellas explora la compleja interacción entre arte y política en los turbulentos años de la historia rusa moderna. ‘Saludar al líder’, que abre la exposición, examina la subida al poder de Lenin, su estatus de culto tras su muerte y la llegada de su sucesor Stalin.
Esta sección da cuenta de cómo la propaganda política fue clave para propagar las ideologías bolcheviques a una población mayoritariamente campesina y analfabeta. Allí se expone el cuadro de Isaak Brodsky,  ‘Lenin y Manifestación’ (1919), que muestra a Lenin delante de una gran concentración popular en una plaza pública.
En ‘Hombre y Máquina’, el enfoque de la exhibición pasa a uno de los principales objetivos de Stalin al subir al poder: transformar a la Unión Soviética en un poder mundial a partir de su expansión industrial y productiva.
Es así como se incluyen obras que dan cuenta del llamado ‘Plan de cinco años’, que exhortaba a hombres y mujeres al trabajo físico en las fábricas e industrias. Pintores, diseñadores gráficos, fotógrafos, cineastas, ceramistas y diseñadores textiles eran incentivados por el Estado a promover las distintas industrias y también al trabajador heroico.
Allí se puede ver la fotografía en blanco y negro ‘Construcción del centro telegráfico de Moscú’ (1928) de Arkady Shaiket, que da cuenta de ese masivo proceso de transformación industrial.

En la sección ‘Nuevo mundo valiente’, el enfoque pasa al papel clave que tuvo el vanguardismo en las artes rusas de esa época. Aunque Malevich ya había comenzado a innovar en las artes en los años previos a 1917, luego de la revolución rusa artistas como Kandinsky, Pavel Filonov, El Lissitzky, Lyubov Popova y muchos otros aprovecharon la oportunidad que se les presentaba para romper con las normas del pasado, y producir un nuevo arte, más valiente y de mayor transformación social.
Kandinsky, uno de los principales precursores de la abstracción en el arte, revela así en su ‘Arco azul’ (1917), lo mejor de esa tendencia artística de libertad, y euforia producida por la revolución rusa, la cual también tuvo ramificaciones en el teatro, la música, la literatura y la arquitectura, entre otras artes.

Pero para 1921, muchos de esos innovadores artísticos se vieron limitados y censurados por un Estado cada vez más represor. Uno de los mayores poetas rusos de ese tiempo, Alexander Blok, murió ese mismo año, abatido por aquello en que la revolución se había convertido. Para muchos, su muerte simbolizó también la muerte de la revolución rusa.
La muestra destina además salas enteras a varios artistas clave del período, desde Malevich hasta Tatlin y Kozma Petrov-Vodkin, incluyendo la sección titulada ‘Utopía de Stalin’.
Allí las obras expuestas dan cuenta de la visión utópica que Stalin tenía para una Unión Soviética unificada. Desde filmaciones sobre desfiles militares, a cuadros que destacan el poder del deporte como herramienta política -como ‘Carrera’  (1932), de Alexander Deineka- esta sección narra el momento histórico en que el vanguardismo en las artes comenzó a ser suprimido por el Estado. En poco menos de un año, el arte de vanguardia ruso había desaparecido casi por completo, censurado y prohibido.

De allí en más, la Unión de Artistas Soviéticos se convirtió en el único árbitro del arte ruso, que consideraba debía ser colectivo en su producción, público en su manifestación y comunista en su ideología.
El realismo socialista, que mostraba a un mundo perfecto e idílico, se convirtió desde ese momento en el único estilo aprobado por las autoridades en la Unión Soviética.
La exposición concluye con la sala a oscuras titulada ‘Memorias del terror’, donde se proyectan imágenes en blanco y negro tomadas a cientos de ciudadanos antes de ser trasladados a campos de trabajos forzados, la mayoría en Siberia. Muchos de ellos, incluidos escritores, filósofos, estudiantes, maestras, y trabajadores agrarios, fueron ejecutados sin juicio previo o encerrados durante años en condiciones infrahumanas.

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