Fue un destape desangelado donde brillaron más las ausencias que las presencias, pero ello no hizo mella en Ricardo Anaya, el protagonista de la fiesta, que no cabía de gusto al ver cristalizado su proyecto y escuchar la arenga que por tantos meses aguardó y por la cual trabajó contra todo y contra todos: “Pre-si-den-te”, “Pre-si-den-te”, “Pre-si-den-te”, retumbó en el salón donde se realizó el evento. Tímidas, pero al fin y al cabo las arengas se hicieron presentes en el evento de destape de Anaya como candidato presidencial del Frente, hoy denominado coalición Por México al Frente.
Las arengas interrumpieron tres veces el discurso de más de una hora de Anaya provenientes de un pequeño contingente de Guanajuato que lo vitoreaba al igual que a su gobernador Miguel Márquez.
Un ambiente que por momentos intentó ser festivo, fue el marco para esa sonrisa permanente que se dibujaba en el rostro de Anaya, mientras la enorme pantalla colocada a sus espaldas proyectaba diversos pasajes de la vida política del ahora ex dirigente nacional del PAN.
Fue un evento largamente esperado y planeado por Anaya, un evento al cual llegaron 11 gobernadores, panistas entre ellos cuatro aliancistas, pero ninguno del PRD, y menos el jefe del Gobierno capitalino Miguel Ángel Mancera, quien fue el sacrificado en las negociaciones que llevaron a concretar la coalición Por México al Frente, para dar paso a la inminente candidatura del ex dirigente panista como abanderado de ese proyecto que integran PAN, PRD y MC.
De los aspirantes a la candidatura del llamado Frente, no llegó ninguno, ni el gobernador de Michoacán, Silvano Aureoles ni tampoco lo hizo el ex gobernador de Puebla, Rafael Moreno Valle, otro de los suspirantes.
“El Camino”, la canción de Aleks Syntec , amenizaba el salón que albergaba unas mil personas entre panistas, perredistas y algunos de movimiento ciudadano. Dos gradas con panistas oriundos del Estado de México flanqueaban el templete con algunas mantas donde se leía “Anaya Presidente”.
“El camino no se acaba, continuaré sin descanso, si logro llegar hasta el punto final …”, se escuchaba la letra de la canción adaptada a la ocasión.
Diego Fernández de Cevallos el llamado Jefe, fue quien se llevó más aplausos cuando lo nombró Anaya.
“Diego, Diego, Diego”, retumbó el coro de panistas mientras el Jefe agradecía.
Meade y López Obrador se llevaron los abucheos, pero a los expresidentes Vicente Fox y Felipe Calderón también les dedicaron algunos chiflidos, sobre todo cuando Anaya criticó que mantuvieron las estructuras corruptas del PRI en sus respectivos gobiernos.
Anaya también aprovechó para restañar heridas con quien fuera su mentor e impulsor de su carrera política, pero con quien después lo acusó de traidor por no cumplir sus compromisos políticos pactados entre ambos cuando Gustavo Madero lo promovió para convertirlo en dirigente nacional del PAN en su lugar.
“Yo no estaría aquí sin tu apoyo, gracias, de veras muchas gracias…”, agradeció Anaya a Madero.
El político chihuahuense se levantó de su lugar en la tercera fila para agradecer el gesto y levantar el dedo pulgar en señal de aprobación.
Fue una reconciliación después de un año donde Madero lo acusó de traidor por no cumplir su pacto de hacerlo coordinador de los diputados y en su lugar poner a Marko Cortés.
Todo era algarabía entre un sector de panistas y perredistas por la candidatura de Anaya, donde las ausencias no hicieron mella en esa alegría desbordada ante el nacimiento de su alianza rumbo al 2018.
Ausencias que ayer se notaron pero que pueden acentuarse rumbo al proceso donde esa alianza electoral requerirá más que buenos deseos y arengas de cerrar filas con los damnificados de ese proceso que terminó por dejar fuera a importantes perfiles como Mancera o incluso Rafael Moreno Valle.
Anaya: destape fue en familia y sin presencia de los perdedores
