En el 2012, cuando el PRI buscaba recuperar la Presidencia de la República tras dos sexenios panistas, su candidato Enrique Peña Nieto era acompañado por un partido hegemónico que era gobierno en 20 estados, concentraba 65% de los municipios y la mayoría en la Cámara de Diputados.
En el 2018, cuando José Antonio Meade busque la continuidad del Revolucionario Institucional en el Ejecutivo federal, lo hará con un partido visiblemente disminuido, el cual tiene bajo sus siglas sólo 15 entidades, 34% de los ayuntamientos y gobierna 2 millones menos de habitantes de la lista nominal que hace cinco años.
En este lustro, el tricolor pasó de gobernar 43 millones 395,278 a 41 millones 121,254 mexicanos debido a que perdió los gobiernos de Nuevo León, Aguascalientes, Durango, Michoacán, Quintana Roo, Tabasco, Tamaulipas y Veracruz; las entidades que recuperó fueron Guerrero, Oaxaca, Jalisco, Sinaloa y Sonora.
En cuanto a gobiernos municipales, el tricolor también ha visto disminuida su presencia. De ser gobierno en 1,538 ayuntamientos pasó a serlo en 850, es decir, disminuyó de 62 a 34 por ciento.
Donde también el Revolucionario Institucional perdió espacios de poder es en los congresos locales, pues pasó de tener 438 diputados a 387 de los 1,125 legisladores que hay en el país.
En el Congreso federal ha mostrado un crecimiento. Si se toma en cuenta la LXI Legislatura del Senado, el PRI creció en 17%, pues en el 2011 sólo tenía 33 senadores, mientras que en la LXII y LXIII alcanzó 54 espacios. En Cámara de Diputados, aunque sigue siendo la fuerza mayoritaria, retrocedió en curules al pasar de 213 en el 2012 a 203 al 2017.