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#TAN CERCA, TAN LEJOS // ¿Qué es el populismo?

(Parte 1)

José Irán Moreno Santos

El pasado 5 de febrero, en la fundación que dirijo (www.fepesp.org) comenzamos un curso de formación política-ideológica, y nuestro objeto de estudio fue y es el populismo. Decidimos abordar este tema porque se hace necesario tener una visión clara, objetiva e informada de este fenómeno político que se da en diversos momentos de la historia de las sociedades.

Abordaremos este tema en tres partes. En esta entrega escribiremos sobre la personalidad del populista; la segunda parte abordara su forma de gobierno, y en la tercera su narrativa. Comencemos.

El populismo es una categoría analítica de las ciencias sociales y en ella se puede encontrar diversas definiciones y caracterizaciones de este fenómeno, partiendo del comportamiento de los personajes políticos, su forma de gobernar y su narrativa.

Para este curso se recurrió a diversas definiciones de populismo que se abordaron, se explicaron y, desde nuestro punto de vista retomamos la siguiente definición estructurada por Flavia Freidenberg, quien define el populismo como “un estilo de liderazgo, caracterizado por la relación directa, carismática, personalista y paternalista entre líder-seguidor, que no reconoce mediaciones organizativas o institucionales, que habla en nombre del pueblo, y potencia la oposición de este a ‘los otros’, donde los seguidores están convencidos de las cualidades extraordinarias del líder y creen que gracias a ellas, a los métodos redistributivos y/o al intercambio clientelar que tienen con el líder (tanto material como simbólico), conseguirán mejorar su situación personal o la de su entorno”.

Si nos apegamos estrictamente a lo que plantea Flavia en su definición, podemos encontrar hombres y mujeres en América Latina y en el mundo que podemos considerar populistas y que no están ubicados o definidos ideológicamente en la derecha o en la izquierda, pero se pueden caracterizar en función de quién está en el gobierno y quiénes en la oposición según convenga a sus intereses.

Veamos algunos ejemplos de ambos géneros: Viktor Orbán (Hungría), Silvio Berlusconi (Italia), Donald Trump (EE.UU.), Narendra Modi (India), Jair Bolsonaro (Brasil), Hugo Chávez (Venezuela), Nicolás Maduro (Venezuela), Evo Morales (Bolivia), Recep Erdogan (Turquía), Keiko Fujimori (Perú), Freuke Petry y Tatjana Festerling (Alemania), Beata Szydo (Polonia), Marine Le Pen (Francia), Pia Kjorgaard (Dinamarca) y Giogia Meloni (Italia).

Todos ellos y ellas tienen rasgos característicos, como por ejemplo, son personalistas y paternalistas, policlasistas, concentran y convocan en sus intervenciones o sus mensajes a sectores populares donde promueven cambios de abajo hacia arriba, descalifican las instituciones, buscan tener vínculos directos entre ellos/ellas y el pueblo; son antielitistas y promueven un proyecto económico que utiliza métodos redistributivos o clientelistas ampliamente difundidos con el fin de crear una base material para el apoyo del sector al que busca llegar o tienen sus bases populares, recuperan discursos de izquierda y de derecha según sus intereses y su visión del cambio y del mundo.

Sin duda, estos personajes despiertan interés, debate, pasiones, amor, odio en sus sociedades y que en muchos de los casos polarizan y confrontan a sus mismos ciudadanos.

Son temidos y aceptados por los sectores medios, grupos económicos, clases políticas enquistadas en los países y también en sus países vecinos, y por lo regular estas confrontaciones sociales, estas dudas entre las clases medias, el sector empresarial y la clase política tradicional, terminan dañando el tejido social de un país, retiro de inversiones, salida de capitales y descomposición del sistema y los actores políticos, corriéndose e riesgo de deteriorar la democracia o lo que se entiende en ese país.

La historia nos ha enseñado a lo largo de los años que las salidas a este tipo de personajes que llegan a los gobiernos de diversos países son las reelecciones indefinidas hasta convertirse en dictaduras, elecciones severamente cuestionadas, movilizaciones sociales que impulsan a otros u otras populistas al gobierno que buscan desmantelar lo realizado por su antecesor o terminan en una guerra intestina entre las clases políticas, la existente y la anterior. Siempre perjudicando al pueblo que dicen representar y a las instituciones de la República que dicen defender.

El curso de populismo que estamos impartiendo sin duda es un buen ejercicio de reflexión y memoria histórica, conocimiento actual y previsión hacia el futuro.

Estamos ante un cambio de fin de época mundial donde las nuevas tecnologías de la comunicación hacen cada vez más difícil reflexionar sobre el pasado y hacer propuestas hacia el futuro. Todo es inmediatez, ya no son ideas, son señalamientos y descalificaciones, no visiones de Estado para mejorar las condiciones de vida de las y los ciudadanos y la paz mundial.

Sería muy positivo hacer un alto en el camino y reconocernos como herederos de actitudes y acciones políticas que han perjudicado y beneficiado a nuestras sociedades y este alto es para evitar repetir lo ya realizado y siempre en aras de mejores condiciones de vida para los ciudadanos.

El riesgo siempre es latente por lo que se hace necesario siempre fortalecer la educación cívica, cultural y política de los ciudadanos partiendo desde los partidos políticos y las instituciones electorales que en nuestro país deben de promover siempre bajo los principios y valores de la democracia.

La personalidad, el actuar, el discurso y su relación con el pueblo es importante para visualizar a un personaje con tendencias populistas.

Presidente Fundación de Estudios Políticos Económicos y Sociales Progresista. iran_moreno@fepesp.org

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