José Irán Moreno Santos
El pasado 5 de marzo el mundo fue testigo del inicio de la invasión de Rusia a Ucrania. Esta acción viola flagrantemente las normas internacionales que los estados se han dado para una convivencia pacífica consagrados en los artículo 1.° y 2.° de la Carta de las Naciones Unidas y cito: “1. Mantener la paz y la seguridad internacionales, y con tal fin: tomar medidas colectivas eficaces para prevenir y eliminar amenazas a la paz, y para suprimir actos de agresión u otros quebrantamientos de la paz; y lograr por medios pacíficos, y de conformidad con los principios de la justicia y del derecho internacional, el ajuste o arreglo de controversias o situaciones internacionales susceptibles de conducir a quebrantamientos de la paz.
“2. Fomentar entre las naciones relaciones de amistad basadas en el respeto al principio de la igualdad de derechos y al de la libre determinación de los pueblos, y tomar otras medidas adecuadas para fortalecer la paz universal”.
Sin embargo, ciudadanas y ciudadanos del mundo justifican esta invasión como el derecho legítimo que tiene Rusia de defenderse del expansionismo europeo y estadounidense en su frontera, ya que se afirma que existe un plan de Europa y Estados Unidos de que Ucrania ingresé a la Organización del Atlántico Norte, y por ende, se establezcan bases militares y de misiles en la frontera entre los países hoy en conflicto.
También se señala al actual gobierno de Ucrania como neonazi y violador de los derechos humanos en la región ucraniana de Donbás, donde Donetsk y Lugansk se han declarado Repúblicas Populares contra la decisión del gobierno central y reconocidas por Rusia, y los más radicales ciudadanos del mundo señalan a Occidente como el culpable de que hoy Ucrania este siendo bombardeada por el Ejército ruso, ya que en Occidente se busca desaparecer a Rusia e imponer una nueva distribución del mundo a partir de la hegemonía de Estados Unidos y la Unión Europea, cuando todos sabemos que después de la caída del Muro de Berlín, el mundo es otro y hay diferentes polos mundiales que obligan a que los Estados resuelvan sus diferencias a partir del diálogo y la negociación diplomática.
En México vemos que estas posiciones prevalecen en los diferentes actores políticos que conforman la nación mexicana. Unos respaldan a Rusia y justifican su acción militar; otros se manifiestan frente a la embajada de Rusia condenando la invasión, exigiendo el fin de las acciones militares, el regreso del Ejército ruso a las fronteras de ese país y se demanda a buscar una solución negociada a este conflicto, y otros te invitan a que te manifiestes y cuestiones no sólo a Rusia, sino Estados Unidos y la Unión Europea.
Sin duda, hay problemas de fondo, históricos y suposiciones de expansionismo e incluso complot para derrocar gobiernos, pero estos no se resuelven con bombas balas y misiles, y mucho menos obligando a miles de personas a dejar sus propiedades, trabajos, escuelas, familiares, amigos y emigrar a países cercanos, o incluso agarrar las armas cuando no es su guerra. Todos estos problemas se resuelven dialogando y negociando.
Por ello, es muy lamentable que existan ciudadanos del mundo y actores políticos en México que busquen justificar estas acciones bélicas tanto de los partidos de oposición como del propio partido de gobierno que dicen ser democráticos y respetuosos de la legalidad nacional e internacional.
No se trata de alinearse a Rusia, Ucrania, Unión Europea o Estados Unidos, sino de hacer respetar y exigir el cumplimiento estricto al derecho internacional como se busca y se exige respetar en nuestro país.