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#ENTRELÍNEAS // Los problemas posteriores a la Consulta

Héctor Tapia / Metapolítica

En cinco días se llevará a cabo la primera Consulta de Revocación de Mandato en el país, y si bien este ejercicio tendrá o significará un enorme reto para el mero día de su realización, lo cierto es que los verdaderos problemas políticos se desencadenarán a partir del lunes 11 de abril, el día después de la consulta.

Ciertamente, el proceso de consulta en curso ya va sumamente cuestionado, manchado y con múltiples señalamientos no menores que de origen han dejado claro que la forma en que se está conduciendo es y servirá para el afianzamiento electoral de la marca de la Cuarta Transformación, alejándose de la esencia ciudadana que debió privilegiar en todo momento.

Que no se confunda. La participación ciudadana en este tipo de mecanismos es fundamental para la democracia participativa en el país. Los ciudadanos deben empoderarse frente a una clase política que se cree y actúa con impunidad y que con este tipo de mecanismos podrían ser sometidos al escrutinio público.

Es decir, soy de los fieles convencidos de la urgente necesidad del empoderamiento de los ciudadanos frente a los grandes temas de la vida pública del país.

Sin embargo, en este primer proceso de consulta de revocación el primer sacrificado es el mecanismo, por el desaseo y vicios con que este se ha venido desarrollando.

Me gustaría apuntar en primer momento que, a la apreciación de un servidor, por un lado, el Instituto Nacional Electoral (INE) en ciertos momentos ha actuado políticamente como si fuera parte de la misma oposición.

Pero también, por otro, tanto Morena como el presidente, como los afines a la llamada Cuarta Transformación, han interferido más allá de lo que permite la norma.

Los múltiples vicios con que se ha ido desarrollando este proceso de consulta tendrán sus respectivos efectos en los resultados que se tendrán.

Me parece previsible que es sumamente complicado que se alcance si quiera a lograr que sea vinculatoria esta consulta, donde se tiene que conseguir la participación del 40% del listado nominal, poco más de 39 millones de opiniones o votos vertidos en las urnas de las mesas receptoras.

En su mejor momento, el presidente obtuvo poco más de 30 millones de votos, en el 2018; en Michoacán, poco más de 900 mil votos, casi el millón.

Es decir, para los votos que se requieren es necesaria la participación de la oposición con su voto de respaldo, algo que de antemano ya está cantado no sucederá. Por tanto, el mínimo para lograr se vincule la consulta se antoja imposible. Ya lo hemos comentado.

Pero vamos más allá, al centro de esta columna. Dado que es evidente que Morena y sus aliados están operando la movilización de estructuras para salir a votar en la consulta, estos partidos y sus operadores políticos serán los únicos que estarán bajo la lupa.

A diferencia de los procesos electorales ordinarios, donde van partido contra partido, y cada uno está enfocado en atender a sus estructuras, ahora sólo será una la que estará operando, lo que pondrá todos los ojos en la forma en que se conduzcan, en cómo se movilicen, y cualquier anormalidad e irregularidad observada será no sólo exhibida, sino también potenciada por los opositores que estarán de brazos caídos para llevar “votos”, pero muy activos para observar cada movimiento, para observar quién se mueve, identificar quiénes son y a quiénes obedecen.

Es decir, producto de esa jornada que se vivirá en cinco días, proliferarán los materiales de evidencia a los que estamos acostumbrados en los procesos electorales ordinarios, pero ahora serán sólo los provenientes de una sola parte y la oposición no dudará ni un minuto en exhibirlos o montarlos.

Esto podría generar una crisis profunda tanto para el gobierno federal como para los gobiernos emanados de Morena y sus aliados, si es que se llegara a exhibir en dichos materiales que ellos están metiendo las manos.

Con esto vendrá una intensa guerra tanto mediática como también legal ante las instancias jurisdiccionales electorales, de las cuales las consecuencias aún no se pueden calcular.

Es a partir de esto que asevero que la verdadera batalla será que la consulta y quienes la están operando la libren de forma pulcra, esta será sólo una de ellas; la otra vendrá después, porque si la operan con el desaseo que se antoja sucederá, la judicialización y el descrédito será inminente.

Héctor Tapia. Director General de Metapolítica.mx, reportero en Medios Radiofónicos de Michoacán y analista político en Canal 6 Media Group.

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