Valentina se detiene mientras su mirada se dirige a lo alto y en un resto reverente deposita la mano en el zócalo del monumento de 85 metros de altura. “Siempre me atrae, como un imán”, cuenta la mujer rusa. Nació en Volgogrado y su familia sobrevivió al asedio de la ciudad. Por eso siempre es tan emotiva para ella esta visita a su ciudad natal.
El monumento recuerda uno de los peores capítulos de la Segunda Guerra Mundial, la batalla de Stalingrado, bautizada con el antiguo nombre de la ciudad. Este viernes se conmemora el 75 aniversario de la rendición del VI Ejército alemán, del general Friedrich Paulus, y con ello, el fin de la cruenta batalla.
El Ejército alemán había tomado la ciudad meses antes, pero en el invierno (boreal) de 1942/43 más de 300.000 soldados alemanes cayeron en un asedio del Ejército Rojo. La victoria final de las tropas soviéticas se considera el punto de inflexión de la Segunda Guerra Mundial, en una batalla considerada una de las más sangrientas de la historia en la que perdieron la vida 700.000 soldados y civiles.
Los soldados alemanes a las puertas de Stalingrado.
La estratégica ciudad industrial, también importante a nivel ideológico, que llevó hasta 1961 el nombre del dictador soviético Josef Stalin, quedó totalmente destruida y tuvo que ser levantada prácticamente de cero.
Hoy, la gente callejea por la ciudad, mientras los niños posan sonrientes junto a la colorida inscripción de “Volgogrado” sobre la orilla del río. Es también un indicador del Mundial de fútbol de Rusia, que tiene en la metrópolis millonaria una de sus sedes.
En Stalingrado se combatió casa por casa.
Pero pese al colorido, el recuerdo de la histórica batalla es omnipresente: desde la avenida de los Héroes a la plaza de los Combatientes Caídos pasando por la calle del Ejército Rojo: casi cada lugar mantiene despierto el recuerdo a la dramática historia de la urbe.
“La ciudad estará eternamente unida a la guerra. Es nuestro destino”, señala el director del Museo de Stalingrado, Alexei Wassin. Desde la ventana de su moderna oficina mira directamente a las ruinas de ladrillo de la llamada Casa de Pávlov en el centro de la ciudad. Aquí se libró durante semanas un duro combate entre soldados alemanes y soviéticos, mientras madres, niños y ancianos luchaban por sobrevivir en medio del asedio.
Terminada la batalla nada quedaba de la ciudad.
“Pronto exhibiremos precisamente aquí una muestra multimedia dirigida especialmente a los jóvenes”, dice Wassin. “No se trata sólo de patriotismo o heroísmo”, añade el director del museo. “Los abuelos y abuelas ya no viven y todos los testigos de la batalla se están muriendo, por lo que pronto ya no podremos contar el destino de nuestra ciudad”.
El Museo de Wassin, a las orillas del Volga, es uno de los más visitados de Rusia, con más de dos millones de visitas el año pasado.
Los alemanes llegaron a ocupar el 90% de Stalingrado.
En el edificio redondo en el centro de la ciudad se alinean lanzacohetes, fusiles y uniformes. De las paredes cuelgan imágenes enormes de Stalin y generales soviéticos en poses heroicas. Los combates están documentados y breves secuencias cinematográficas muestran el horror de aquellos días, con una lluvia de bombas sembrando la ciudad de llamas. Las dramáticas escenas se proyectan en la pared.
Casi inadvertido pasa, sin embargo, el cementerio de soldados de Rossoshka, a unos 40 kilómetros de Volgogrado. Sólo una pequeña y poco transitada carretera lleva al solitario lugar, donde no sólo descansan soldados alemanes, sino también miembros del Ejército rojo. Los enemigos de entonces están hoy separados sólo por un tosco camino.
La fuente que quedó en pie en medio de las ruinas. Un símbolo histórico de Stalingrado.
Cientos de cascos se alinean en las tumbas en recuerdo de los soldados soviéticos caídos. En la parte alemana se levantan altos bloques de granito donde se leen los nombres y fechas de la muerte de los militares.
Más de 61.000 caídos, en combate o de frío, están enterrados en el lugar, señala Peter Lindau, de la asociación de cementerios de los caídos de guerra alemanes. Desde hace 25 años, la organización busca con la cooperación de Rusia los restos mortales de los caídos en las antiguas líneas del frente.
Los turistas acuden a este solitario lugar de la batalla, que aparece en cada libro de Historia tanto de Rusia como de Alemania. “Aquí murieron muchos jóvenes, algunos de 20 años”, cuenta el australiano John, de 51 años, al echar un vistazo a las tumbas. Deposita un clavel rojo en el cementerio, cuyos pétalos se congelan minutos después. “Pero no es el aire helado el que me quita el habla”, concluye.
Las tropas alemanas en Stalingrado.
Cronología de la Batalla
En el invierno (boreal) de 1942/43, los termómetros de Stalingrado marcaban -30 grados centígrados.
Un ataque del Ejército alemán de la Alemania nazi contra la ciudad rusa en plena Segunda Guerra Mundial terminó con la capitulación de los soldados alemanes, pero entre medias se vivió una de las batallas más sangrientas de la historia.
– Mediados de agosto de 1942: El VI Ejército alemán dirigido por el general Friedrich Paulus inició una ofensiva contra el dictador soviético Josef Stalin, con apoyo del IV cuerpo del Ejército Acorazado.
El general alemán Friedrich Paulus, fotografiado en Stalingrado, Rusia, tras la capitulación de las tropas alemanas. dpa
– 13 de septiembre: Comienza el ataque contra el centro de la ciudad. Hasta mediados de noviembre, los alemanes han conquistado en torno al 90 por ciento de Stalingrado.
– 19 de noviembre: El Ejército Rojo lanza por el noroeste y el sur una gran ofensiva en forma de tenaza.
– 22 de noviembre: El VI Ejército y parte del IV cuerpo acorazado y aliados rumanos quedan rodeados bajo asedio.
La retirada alemana dejó sólo cadáveres por el camino.
– 24 de noviembre: El dictador nazi Adolf Hitler no permite que las tropas alemanes se retiren hacia el oeste bajo ninguna circunstancia.
– 12 de diciembre: El llamado Grupo del Don, del Ejército alemán, lanza un ataque para liberar a los militares asediados. Ante la resistencia soviética, la acción se suspende después de nueve días.
– 8 de enero de 1943: El Ejército Rojo ofrece la rendición a los alemanes asediados. Éstos la rechazan.
Soldados alemanes marchan en 1943 por las calles de Stalingrado, Rusia, tras su capitulación. dpa
– 10 de enero: La Unión Soviética lanza un ataque general. En el transcurso del mes los soldados alemanes rodeados son separados entre los que están en el norte y en el sur.
– 31 de enero: El Ejército Rojo alcanza el cuartel central del VI Ejército en el cerco del sur. Las tropas se rinden y Paulus se convierte en prisionero de guerra.
– 1 de febrero: Hitler espera que el cerco del norte aguante hasta el final.
2 de febrero: Las unidades alemanas del cerco norte se entregan y son tomados como prisioneros.
Actualidad de Stalingrado
En medio del auge del neofascismo en el orbe, reconocido incluso por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), celebrar el aniversario 75 de la victoria del Ejército soviético sobre el fascismo alemán y sus aliados en Stalingrado adquiere importancia vital.
Los grupos neonazis funcionan en unos 20 países, en especial de Europa y América Latina, por lo que se hace necesario resaltar la importancia de esa victoria, demostrativa del papel jugado por la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (1922-1991) en la derrota del fascismo.
Sería bueno conocer los volúmenes generales de esa contienda que se extendió del 17 de julio de 1942 al 2 de febrero de 1943 en la ciudad de Stalingrado (actual Volgogrado) y regiones cercanas.
Por la parte soviética, al iniciase la campaña participaban 386 mil soldados y oficiales, 2 mil 200 piezas de artillería y morteros, 230 tanques y 514 aviones.
En noviembre de 1942, la Unión Soviética acumuló allí para su contraofensiva 780 mil militares, mientras en toda la batalla de Stalingrado tomaron parte 1 millón 140 mil efectivos.
Los alemanes emplearon las fuerzas del Tercer Reich, de Rumania, Italia, Hungría, Croacia y los voluntarios de Finlandia, para –en noviembre de 1942– alcanzar la cifra de 987 mil soldados y oficiales.
El bando fascista utilizó, además, 10 mil 250 ametralladoras, 3 mil piezas de artillería, 500 tanques y 732 aviones de combate.
En Stalingrado, que quedó totalmente en ruinas, se libraron combates en las calles; muchas veces el frente de combate fue una vía pública, un edificio o pisos de un mismo inmueble.
La batalla se recuerda, además, como una de las más sangrientas en la historia de la humanidad, con más de 1 millón de pérdidas.
El dictador Adolfo Hitler, tras su fracaso para apoderarse de Moscú en 1941, luego de la derrota sufrida en la batalla por esa ciudad a principios de 1942, decidió cortar las fuentes de suministro de combustible en el Cáucaso.
Además, con el control de Stalingrado se cerraba una vía importante de comunicación, a través del río Volga, para el Ejército Rojo. A ello se sumaba la significación de tomar una ciudad con el nombre de Stalin.
Las pérdidas militares y logísticas de los alemanes con la derrota en esa batalla, en la que fueron apresados 24 generales y dos mil 500 oficiales, y toda la jefatura del Ejército Sur alemán, tuvieron consecuencias catastróficas para el fascismo.
Ello provocó una crisis en la alianza fascista; los aliados de Hitler nunca más ofrecieron sus ejércitos para grandes campañas militares, Turquía se acogió a la neutralidad y Japón evitó la ofensiva siberiana. Igualmente, los regímenes profascistas de Rumanía, Hungría, Italia y Eslovaquia entraron en crisis.
Los alemanes registraron pérdidas equivalentes a la desaparición de 45 divisiones, casi la misma cantidad que el total de todas las campañas militares anteriores. Para recuperarse, Alemania debía producir tanques y blindados por 6 meses adicionales, artillería por 3 meses, y motos y ametralladoras por 2 meses.
Rusia, donde el gobierno trabaja por la recuperación de la memoria histórica de lo ocurrido durante la Gran Guerra Patria, realiza más de medio centenar de actividades conmemorativas en varias ciudades, incluida esta capital. La victoria en Stalingrado permitió éxitos como la ruptura del bloqueo fascista de Leningrado (hoy San Petersburgo), declaró a Prensa Latina Artimo Savinov, curador de la exposición sobre dicha batalla en el Museo de los Héroes, en Moscú.
El plan de golpear al Ejército Rojo y a la Unión Soviética en el periodo de los meses de verano y otoño de 1941 falló, afirmó el también especialista del museo del Panorama de la Batalla de Borodino. Por eso, en esa situación, la comandancia alemana tomó la decisión de que, en el verano de 1942 realizaría una nueva ofensiva, no en la dirección central, como el anterior, sino al sur, en dirección a Stalingrado, comentó.
Stalingrado era un centro importante de industrias, pues trabajaban tres fábricas militares importantes: la de artillería pesada Barrikadi, la de tractores, donde se hacía el tanque T-34, y Krasni Oktiabr (Octubre Rojo). El 23 de agosto de 1942, la ciudad de la cual evacuaron a unas 100 mil personas de un total de 300 mil, fue atacada con bombas convencionales e incendiarias para desaparecerla casi en una jornada, explicó el historiador a Prensa Latina.
Según testimonios, en algunos lugares la temperatura llegó a 1 mil grados centígrados, y no sólo en el centro de la ciudad, sino también en los alrededores con casas de madera, las cuales fueron calcinadas, indicó.
El tanque T-34x
En esta batalla tuvo un significado crucial el tanque T-34, que llegó a ocupar el 70 por ciento de todos las legiones de este tipo de vehículos blindados de guerra del Ejército Rojo. En Stalingrado adquirió importancia, pues se fabricó en la ciudad, en medio del combate.
La fábrica de tractores de Stalingrado continuó su producción pese a la proximidad de los combates. Pero incluso, en octubre de 1942, cuando los fascistas alemanes ocuparon parte de esa instalación, en las otras se reparaban los tanques soviéticos.
Savinov narró que hubo momentos en que los trabajadores de la fábrica, aun sin poner a punto los tanques y con una tripulación que apenas contaba con mecánicos de prueba, los situaban en lugares claves de la ciudad. Aún sin contar con proyectiles, los tanques ejercían una fuerte presión psicológica sobre los nazis que conocían de su poderío de fuego y al verlos muchas veces abandonaban las posiciones a su paso, comentó.
Al respecto, el especialista del Museo de la Historia del tanque T-34, Vladimir Gorbunov, declaró a Prensa Latina que cuando la fábrica estaba casi tomada, los trabajadores prepararon cinco tanques y los situaron en esa zona. Los alemanes al ver esa concentración de tanques se retiraron, declaró Gorbunov, quien afirmó que hasta el 8 de octubre de 1942 se mantuvo la producción, cuando abandonó la fábrica el último obrero y el día 14 fue ocupada por los nazis.
Pero durante la ocupación alemana, las guerrillas formadas por los trabajadores de la fábrica impidieron la producción con acciones de sabotaje que organizaron mediante los túneles existentes debajo de la referida instalación, afirmó el experto.
Los alemanes no se atrevieron a destruir esos conductos, pues los utilizaron para transportar logística y suministros a sus tropas en Stalingrado, aunque contra ellos actuó en todo momento la contraguerrilla soviética, aclaró Garbunov.
De septiembre de 1941 al verano de 1942, la fábrica de tractores de Stalingrado fue la única que produjo tanques T-34 para el Ejército Soviético. Luego, la producción se trasladó a la fábrica de vagones Uralvagonzavod y nunca más la producción de ese tipo de armamentos volvió a Stalingrado. Ahora los tanques sólo los produce Uralvagonzav, en Ekaterimburgo, comentó el especialista.
Si se mira la historia, muchos hilos en la epopeya escrita por el pueblo soviético, desde el cambio en el curso de la Guerra con la batalla de Moscú hasta el punto de inflexión en Stalingrado, fueron cruciales para derrotar al fascismo.
Aunque muchos medios y politólogos lo quieran olvidar ahora, sobre todo en Europa Oriental, en 1943, luego de la victoria en Stalingrado, se produjo la famosa conferencia de Yalta entre la Unión Soviética, Estados Unidos y el Reino Unido. Franklin D Roosevelt, entonces presidente de Estados Unidos, y Winston Churchill, exprimer ministro británico, enviaron mensajes de felicitación, reconocimiento y de admiración por la hazaña del pueblo soviético en Stalingrado.
Sin embargo, países europeos como Polonia, Estonia, Lituania o Letonia, destruyen monumentos a los héroes anónimos del Ejército Soviético que en su momento los liberaron del fascismo. Ello lleva a prestar más atención a las recordaciones por el aniversario 75 de la victoria en una batalla crucial durante el curso de la II Guerra Mundial.