Los 155 convencionales electos, elegidos en una inédita votación paritaria y que reservó 17 escaños para pueblos indígenas, tienen la misión de redactar la Constitución que reemplazará la actual, escrita por una pequeña comisión durante la dictadura de Augusto Pinochet.
Lo cierto es que los chilenos, tras dos gobiernos de la misma derecha que en su momento tuvo una destacada participación en la dictadura, justificó crímenes y saqueos y en el último año avaló la violencia desatada por el propio gobierno de Sebastián Piñera, no quieren saber nada del legado de Pinochet.
La constitución chilena ha estado en amplia discusión desde hace décadas. En síntesis, se trataba de una constitución que otorgaba amplias garantías a empresarios nacionales y extranjeros y privatizando todo lo que fuera posible privatizar.